El esforzado luchador revolucionario Orlando Arcángel Lara Batista, una leyenda combativa en la región de Bayamo durante la guerra de liberación, nació en el poblado de San Germán, antiguo municipio de Holguín, el 29 de septiembre de 1934.
A los 90 años del suceso, la figura legendaria de Lara atrae la atención de historiadores e investigadores, deseosos de poner en claro su formación revolucionaria y la sagacidad estratégica y táctica para la lucha irregular en el valle del Cauto y Camagüey. En este campo, sin dudas, dejó importantes lecciones tácticas y operativas.
Vio la luz en el seno de un humilde hogar campesino, cuyos padres se trasladaron a vivir a la ciudad de Bayamo, cuando el niño contaba con cinco años de edad. La familia residió en la calle Perucho Figueredo, en el número 553, entre calle Línea y Gasolina.
La necesidad de subsistir solo le permitió alcanzar el quinto grado, a pesar del anhelo de estudiar una carrera de ingeniería mecánica. Por falta de recursos, tuvo que conformarse a los 15 años con el oficio de soldador eléctrico y poco después mecánico armador en construcción de acero.
Por medio de su hermana Orlindes Batista conocimos que desde los 15 años Orlando comenzó a trabajar como soldador en algunos talleres en Bayamo, en las arroceras de Cauto Embarcadero y en la construcción de un hotel en la ciudad de Santa Clara.
En una entrevista realizada en agosto de 1991, la combatiente bayamesa, contaba: “A mi hermano le apasionaba el boxeo. En el patio de la casa llegó hasta montar un ring. Peleó en público unas 20 veces con bastante destreza. De todas ellas una fue tablas y solo perdió una. Se enamoró de una muchacha y como ella no le gustaba verlo boxear, colgó los guantes”.
Acerca de la formación de su recio carácter y pensamiento revolucionario narraba: “Era sociable y un excelente amigo, ahora bien, no le aguantaba paquetes a nadie y discutía con pasión las cosas que no le gustaban”.
EL LUCHADOR CLANDESTINO
El propio Orlando Lara contó que el golpe de Estado del 10 de marzo, protagonizado por Fulgencio Batista, le causó una gran indignación. Abundando al respecto, manifestó: “… me daba cuenta de lo nefasto que era para el país y quería contribuir a luchar contra aquello, pero no sabía cómo. Conocí entonces a Eloy Paneque, quien era simpatizante de García Bárcenas, y a través de él realicé mis primeras actividades conspirativas”.
En efecto, el dirigente clandestino del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), Eloy Paneque Blanco, captó las cualidades combativas de su vecino en la calle Figueredo y le sumó a su célula. Anteriormente muchos jóvenes bayameses estuvieron enrolados a la conspiración que regía el profesor universitario Rafael García Bárcenas desde La Habana y que fue descubierta y desarticulada en abril de 1953.
En noviembre de 1956, Lara trabajaba como soldador en la fábrica de cemento El Titán, en Santiago de Cuba. Dadas sus cualidades de luchador social, Francisco J. Cruz Bourzac lo puso al tanto de la proyectada sublevación para el último día de ese mes, en apoyo al desembarco de la expedición militar que Fidel Castro conduciría desde México. En su manera directa y sencilla de contar los hechos de su vida, evocaba: “No lo pensé mucho, me incorporé”.
De esta manera tomó parte en ataque a la estación marítima. Una vez fracasado el levantamiento, el valiente soldador era buscado por las fuerzas represivas del régimen. Entonces regresó a Bayamo, donde conoció que Eloy Paneque se había alzado, el 2 de diciembre, en el barrio de Julia, por lo que decidió integrar el grupo insurgente.
Los revolucionarios en armas se mantuvieron varios días en Cabezadas de Julia, atentos a las noticias sobre el desembarco de Fidel Castro. Este se produjo el 2 de diciembre por las costas de Niquero, pero tres días después fue dispersado tras un combate en Alegría de Pío.
Hasta la zona de Julia llegaron dos expedicionarios del yate Granma, los que contaron a Eloy Paneque que todo había concluido en un desastre y que posiblemente Fidel y Raúl Castro estaban muertos. Ellos indicaron que lo mejor era desactivar el grupo hasta una nueva oportunidad de continuar a la lucha antibatistiana.
Luego de 12 días sublevados, Eloy y sus compañeros regresaron a Bayamo, pero tuvieron que vivir en el clandestinaje. Por una delación Lara cayó preso unos días después y fue llevado para el Vivac de Santiago de Cuba. Ninguna de las acusaciones pudieron ser probadas por los sicarios del gobierno.
A fines de diciembre de 1957 se conoció que Fidel y muchos de los expedicionarios de Granma estaban con vida y que habían internado en la Sierra Maestra para presentar batalla a Batista y sus secuaces. Entonces Lara formó su propia célula de acción y sabotaje con jóvenes del sector norte de la ciudad de Bayamo. Desde se momento aumentaron los sabotajes al tendido eléctrico y telefónico, las exposiciones de bombas y petardos y la venta de bonos del MR-26-7, por lo que fue el revolucionario más buscado en la ciudad por los uniformados y chivatos.
En mayo de 1957, marchó a la Sierra Maestra para unirse a la guerrilla, pero no pudo contactar con Fidel. A raíz del asesinato de Frank País García en Santiago de Cuba, los bayameses se sumaron a la huelga de masas. El grupo de Lara desplegó una activa labor de propaganda y sabotaje, por lo que recibieron el nombre de “Lara y sus muchachos”, un alto reconocimiento al valor y la intransigencia revolucionaria.
LARA, EL GUERRILLERO
El 12 de agosto de 1957, Lara fundó un campamento rebelde en Cauto del Paso, con lo cual desafiaba a las fuerzas del tirano en plena llanura del Cauto. En este empeño le antecedieron Gilberto López Bosch, quien tenía un campamento en Pompita, cerca de Mabay, y Gerardo Hernández Silva en El Naranjo, próximo a Cauto Embarcadero. Por tanto, no fue el primer jefe revolucionario que entabló en el llano la guerra de guerrilla contra la tiranía.
Sobre la ayuda del campesinado y los comerciantes pobres de esta zona contaba Lara: “Se nos fueron uniendo hombres, los campesinos de Cauto del Paso y sus alrededores, que son revolucionarios de corazón, nos ayudaron mucho. Algunos prefirieron morir antes que delatar el lugar en que nos encontrábamos”.
Durante el segundo semestre de 1958 Lara ejecutó diversas acciones contra el enemigo y ajustició a varios espías y chivatos. Su entrada a Bayamo para atacar las patrullas militares constituyen episodios memorables.
El 3 de octubre de 1957, Lara logró contactar con el comandante Ernesto Che Guevara en la zona de San Pablo de Yao, a quien informó que tenía 43 hombres bajo su mando, distribuidos en cinco escuadras. De este encuentroel Che anotó en el diario de la columna que apreciaba en él “un elemento bien intencionado y luchador, pero indisciplinado y sin una convicción ideológica firme…”.
Su primer encuentro con Fidelse produjo 6 de enero de 1958, en Corojito, a pocos kilómetros del caserío de Las Mercedes. Ante el alto mando rebelde sostuvo la tesis de que la lucha armada en el llano era perfectamente factible. Animado de esta concepción, el máximo líder revolucionario le instruyó la intensificación de los ataques a las patrullas y los actos de sabotaje contra el transporte y las vías de comunicación en el valle del Cauto.
En los 10 días que lo tuvo a su lado, Fidel apreció sus cualidades de táctico y audaz, por lo que el 16 de enero firmó su ascenso al grado de primer teniente y le nombró “jefe de la Zona Oeste de operaciones en la diagonal que va de Bayamo a Tunas…”. Para el éxito de sus operaciones le sumó nuevos hombres y le entregó algunas armas alto calibre.
La guerrilla de Lara se convirtió en el azote de las patrullas militares que salían de Bayamo para Jabaco, Cauto del Paso, Cauto Embarcadero y Mabay. Las emboscadas eran sistemáticas. Lo mismo sucedía con el trasporte por ferrocarril y carreteras. No dejaba de enviar partes frecuentes a la comandancia de Fidel, con patrullas que creaba al efecto.
El 31 de marzo atacó y tomó el cuartel batistiano del poblado de Mir, en el oeste de Holguín. Esta acción le dio un extraordinario prestigio. Por sus méritos, el 11 de abril, el Comandante en Jefe Fidel Castro rubricó su ascenso a capitán del Ejército Rebelde.
Muchas otras misiones recibió Lara del alto mando rebelde, no solamente a cumplir en la planicie del Cauto, sino en la provincia de Camagüey. Incluso Fidel pensó en él para establecer un foco guerrillero en las montañas de Jaruco, al sureste de La Habana.
En los días que la tiranía llevaba a cabo la Ofensiva de Verano contra la Sierra Maestra, Fidel llamó a su lado al capitán Lara y sus hombres. El 17 de junio, enfrentó un batallón enemigo en Vegas de Jibacoa, donde recibió heridas de un obús de morteros en una pierna y en la espalda de carácter grave.
Los médicos René Vallejo y Manuel Fajardo (Piti) le operaron, bajos el tronar de las armas. Tuvo que guardar reposo durante varios meses. Mientras se restablecía de las heridas, Fidel nombró a Lara jefe de la columna 14 Juan Manuel Márquez, la cual debía operar entre Bayamo, Holguín, Gibara y Puerto Padre.
Estas son historias apasionantes, necesitadas de una divulgación más continúa y precisa. Fue uno de los que salieron del seno del pueblo y obtuvo altos cargos en el Ejército Rebelde. El capitán Lara es, sin dudas, uno de los horcones de la lucha guerrillera en un sector clave para el triunfo de la Revolución.