Las Marianas: de las ronchas al aplauso de admiración

Share Button
Por Osviel Castro Medel | 4 septiembre, 2025 |
0
FOTO/ Trabajadores

No sería honesto hoy, 67 años después, pintar aquel momento como una fiesta de unanimidad. La creación del pelotón femenino Mariana Grajales, el 4 de septiembre de 1958, provocó más de una roncha en una tropa machista.

En la montaña rebelde era normal que la idea de armar a un grupo de mujeres sonara rara, peligrosa, medio loca.

¿ Cómo vamos a desperdiciar esos fusiles, tan escasos en las manos de mujeres?, se habrán preguntado algunos.

Tal escepticismo, sin embargo, comenzó a cambiar 23 días después, en el famoso combate de Cerro Pelado, punto perteneciente hoy al municipio granmense de Bartolomé Masó.

Ahí, entre los silbidos constantes de las balas, esas 13 jóvenes—desde Isabel Rielo, la jefa, hasta la más novata— libraron su primera batalla. Y de paso, otra silenciosa: la de demostrar que podían combatir de tú a tú y terminar ganando.

No se inmutaron. No cedieron terreno. Cargaron sus fusiles, apuntaron hacia el cuartel de la tiranía y respondieron al fuego enemigo con una contundencia que dejó boquiabiertos a los mismos que días antes habían expresado dudas. Fue el bautizo de fuego que todo integrante de una guerrilla ansía y teme, y ellas lo sobrellevaron con una entereza que heló la sangre de los incrédulos.

Fidel Castro y Celia Sánchez fueron los principales defensores del pelotón y la vida les había dado la razón. «El pelotón de mujeres rebeldes Mariana Grajales entró en acción por primera vez en este combate, soportando firmemente, sin moverse de su posición el cañoneo de los tanques Sherman», sentenciaría el Comandante en Jefe.

Los números de la acción —más de 60 bajas del Ejército Batistiano por cinco de las huestes rebeldes— prueban que fue una victoria guerrera.
No obstante, vale escribir que el triunfo más perdurable de aquella noche en la Sierra Maestra no se mide en bajas enemigas. Se mide en el respeto que sintieron aquellas muchachas al regresar al campamento, en el aplauso silencioso que provocaron.

Delsa Esther Puebla Viltre (Teté), una yarense ilustre, quien con el galopar del almanaque llegaría al grado de General, expresó tras el fuerte combate: «Ahora la ofensiva estaba de nuestra parte» y agregó que “el área del Cerro Pelado se había convertido en el último reducto de todos soldados derrotados de la tiranía en la Sierra Maestra”

Cerro Pelado fue solo el comienzo. Las Marianas se ganaron a pulso, a golpe de calor, un lugar en la vanguardia. Intervinieron en otros combates, incluso en la épica batalla de Guisa (20 al 30 de noviembre de 1958) y nunca hubo quejas sobre su comportamiento.
Los nombres de Isabel Rielo Rodríguez (jefa de pelotón), Teté Puebla (segunda al mando), Olga Esther Guevara (Olguita), Ángela Antolín Escalona (Angelina), Edemis Tamayo Núñez (la Gallega), Orosia Soto Sardina, Flor Celeste Pérez Chávez, Eva Rodríguez Palma, Lilia Rielo Rodríguez, Rita García Reyes, Juana Bautista Peña Peña, Ada Bella Acosta Pompa y Norma Rosa Ferrer Benítez son nombres impregnados ya en la historia nuestra. Sus huellas, más allá del cruento combate de Cerro Pelado y de aquella jornada fundacional del 4 de septiembre, traspasarán el porvenir.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *