
En el año 2005, un grupo de mujeres tejió no solo hilos, también los lazos que darían vida a una hermosa tradición que amenazaba con perder el arte del tejido, en el municipio de Jaguaní, Nacían Las Penélopes, en honor a la famosa figura mitológica que deshacía su obra cada noche, esperando a su amado.
Ana María Castells fue elegida, por ese tiempo, para presidir este círculo, acompañada por Elvira Nieve Álvarez Báez, quien se convirtió en una piedra angular del movimiento. Juntas, comenzaron a seleccionar activistas de experiencia en diferentes barrios de la Villa, creando un dinámico grupo que, lejos de ver la escasez de recursos como un obstáculo, optó por transformarla en una oportunidad para innovar.
La solución a la falta de hilo fue ingeniosa. Con el espíritu característico de la mujer jiguanicera, empezaron a trabajar con materiales no convencionales. El uso del yute y el nailon se convirtió en un símbolo de resiliencia.
Rogerlina (Pun), Ana María Castells (Cusa) y María Fernández destacaron en esta labor que, a pesar de la dificultad, no dejaron de tejer. Implementaron técnicas combinadas con recortes de tela, creando cubrecamas, manteles, tapetes, pañuelos y accesorios de cocina que evocaron la riqueza ancestral de esa cultura.
Su calendario está marcado por fechas especiales: el Día de las Madres, el de los enamorados, la Jornada de la Cultura Jiguanicera y el tributo a la fundación de la Villa San Pablo de Jiguaní. También participaron en eventos como la Jornada Cucalambiana y el de tradiciones Eduardo Saborít.
En todos estos espacios, su trabajo visibilizó su arte, compartió historias y fomentaron el sentido comunitario jiguanicero. Más allá de la exposición de sus creaciones; buscan salvaguardar el patrimonio cultural que les pertenece.
Para ello, implementaron talleres, bajo la dirección de Elvira Nieve Álvarez Báez ,destinados a las nuevas generaciones, impulsando un legado , casi perdido, entre los dedos de tiempo.
Grupos que incluyen desde infantes, hasta jubiladas, aprenden a crear, a experimentar con los hilos y las telas, a entender que el arte de tejer es otra forma de contar historias.
Mediante de esta labor Las Penélopes , no solo contribuyen al enriquecimiento de la cultura jiguanicera forjan, además,una comunidad unida que abraza su herencia.
En cada puntada, estas mujeres demuestran que el arte no solo es un simple pasatiempo, sino una poderosa herramienta para preservar la identidad y el alma de su pueblo.
Han trascurrido 20 años de aquel memorable surgimiento de Las Penélopes y su legado sigue vivo, tejido con amor y dedicación, transmitido de generación en generación.
