Belleza física y espiritual, gran sensibilidad humana y mucha valentía son algunos de los rasgos que identifican a la magistrada masoense Xiomara Ramírez Jiménez.

Al primer contacto con esta mujer, criada en los más altos valores de cubanía y lealtad, podemos apreciar cuanto de sencillez y firmeza, a la vez de serenidad, logran forjar el carácter de las féminas de este territorio.

Ramírez Jiménez ama la justeza y la paz, por eso desde pequeña siempre soñó con impartir justicia, anhelo que cumplió, en septiembre de 1986, cuando recién graduada como Licenciada en Derecho comenzó su bregar por el mundo de leyes, juicios y sentencias.

Apenas seis meses más tarde de su inserción laboral en el Tribunal Popular Municipal de Bartolomé Masó, comenzó a desempeñarse como su presidenta, responsabilidad que mantuvo por casi 30 años.

“La actividad del Tribunal es muy rica, además desde que yo me gradué era lo que quería ejercer y tuve la dicha de que se me concedió muy pronto. Las anécdotas son muchas, pero recuerdo mayormente las tenidas en los juicios fuera de sede conocidos como ejemplarizantes, recorrimos gran parte del municipio y aprendimos mucho de él”.

Cada día al llegar la noche, al poner su cabeza en la almohada, Ramírez Jiménez siente que ha cumplido con su deber y sobre todo que lo ha hecho bien.

“Los jueces impartimos justicia con apego a la Ley y siempre lo hemos hecho en nombre del pueblo de Cuba y en caso de que nos equivoquemos no es con intención, pues lo hacemos con tranquilidad, transparencia y espíritu de revolución”.

“Impartir justicia no es una tarea muy fácil del todo, más cuando se realiza en las tres materias procesales, Penal, Civil y Laboral, en las cuales me he tenido que mover indistintamente, logrando dejar mi impronta y precisión jurídica”.

“El tema de las familias ocupa ahora mayormente mi tiempo, este es un ámbito muy rico y dinámico, donde por fortuna ya contamos con las herramientas que ofrece el nuevo Código de las Familias”.

El universo de leyes, juicios y sentencias, que, por más de 35 años ha ocupado la vida de esta fémina masoense, ha sido su modo de trascender, de ganar respeto y confianza y por supuesto de mostrar sus valores de lealtad y cubanía.

Una manera más de demostrar su belleza física y espiritual, su gran sensibilidad humana y además su valentía.