Lecciones de una buena noche

La historia enseña que hay que volver a ella para continuar la obra, unidos, que hay que estar con el pueblo siempre, hablar con él, escucharlo allí, en su raíz, para saber qué hacer y acopiar toda la fuerza para vencer cualquier obstáculo que se oponga a la causa justa
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Por Granma | 25 diciembre, 2024 |
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Mesa que replica la que acogió al Comandante en Jefe junto a decenas de lugareños Foto: Estudios Revolución

«Más tarde, cerca de la medianoche, lo acompañamos hasta el lugar donde subió al helicóptero. Creo que estaba feliz, porque sonreía y hacía ademanes para abrazarnos a todos al mismo tiempo».

Ese es el Fidel que recuerda la niña de nueve años que era entonces Haydee García Montano. Es el recuerdo de ese minuto final de una noche de final de año, la del 24 de diciembre de 1959, cuando el Jefe de la Revolución naciente fue hasta la Ciénaga de Zapata a cenar con las familias de allí, mayormente carboneros.

Era la fecha de esa Nochebuena que llama la tradición; pero aquel compartir, y charlar, y reír, y hacer sonar guitarras sentados a la misma mesa a la intemperie, como nunca había pasado, le hizo aquella noche buena de verdad, como nunca había pasado.

«Después de eso seguimos reuniéndonos en familia, para festejar la fecha; pero como la cena con Fidel, ninguna; aquella fue inolvidable», relata Haydee.

La Revolución jamás se fue de la Ciénaga, que ya no volvió a ser un confín, un sitio olvidado. Incluso, por defenderla, y defender al país, fue una trinchera cuando intentaron invadir a la nación, y allí mordió el imperialismo el polvo de su primera derrota en Latinoamérica.

Siempre ha estado la Revolución allí, como en aquella Nochebuena, como en Girón, impulsando el turismo, construyendo escuelas, hospitales, carreteras…; ha estado cuando se fundó y consolidó el proyecto cultural Korimakao; y estuvo también ayer, cuando la dirección actual volvió para celebrar que todo lo que usted vea allí, es obra de la Revolución, a 65 años de la noche en que Fidel cenó con los carboneros.

La historia enseña que hay que volver a ella para continuar la obra, unidos, que hay que estar con el pueblo siempre, hablar con él, escucharlo allí, en su raíz, para saber qué hacer y acopiar toda la fuerza para vencer cualquier obstáculo que se oponga a la causa justa.

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