Sentada en la sala de la casa de su hija Amelia, pasa los últimos días de su vida acomodada en una poltrona hasta que fallece el 19 de junio de 1907 hace 117 años.
Con el nombre de Leonor Antonia de la Concepción Micaela Pérez Cabrera, conocida como Doña Leonor, había nacido el 17 de diciembre de 1828, en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, España, en el seno de una familia de posición desahogada. Recibió muy poca enseñanza puesto que en aquella época los padres consideraban que las mujeres no debían estudiar, aun así aprendió a leer y escribir.
Llega a Cuba con sus progenitores con tan solo 15 años de edad. Se establecen en La Habana en busca de mejores condiciones de vida. En uno de los bailes a los que asisten las hijas de los militares conoce al sargento Mariano Martí.
En 1852 contrajo matrimonio con Don Mariano Martí Navarro, un joven apuesto de origen valenciano, que prestaba servicios en el ejército español como sargento de artillería.
En 1853 nació su primer y único hijo varón, José Julián, a quien Doña Leonor siempre llamó Pepe. El matrimonio tendría siete niñas: Leonor, Mariana Matilde (Ana), María del Carmen (la Valenciana), María del Pilar, Rita Amelia (Amelia), Antonia Bruna y Dolores Eustaquia (Lolita).
Era una Mujer de carácter fuerte, laboriosa y honrada que se consagró por entero a su familia.
Entre los años 1857 y 1859 se radican en España y en 1874 se establecen en México donde se les unió Martí, que se había graduado de Derecho y de Filosofía y Letras en Zaragoza quien había sido deportado a España en 1871 por su pensamiento revolucionario.
Luego de la excarcelación de Martí, Doña Leonor piensa que los días de su hijo en el Presidio lo harían reflexionar, sin embargo, un triste descalabro resultó para ella saber que había optado por el camino de la independencia.
Dolorida y triste por la decisión de su hijo le advierte…Te acordaras de lo que desde niño te estoy diciendo, que todo el que se mete a redentor sale crucificado, y que los peores enemigos son los de su misma raza”.
Más adelante, le dice… “Qué sacrificio tan inútil, hijo de mi vida, el que estás haciendo de tu tranquilidad y de la de todos los que te quieren, no hay un solo ser que te lo sepa agradecer, el que más achaca tu sacrificio al ansia de brillar, otros, a la propia conveniencia, y nadie en su verdadero valor”.
Al quedar viuda el 2 de febrero de 1887, casi ciega, sin recursos, y desamparada, sin ninguna ayuda Doña Leonor pasó sus últimos años de vida en compañía de su hija Amelia, sumida en la pobreza, sin embargo, nada reclamó al gobierno y nunca recibió protección alguna.
Como homenaje a Leonor Pérez se erigen monumentos en Cuba y España. Uno de ellos se encuentra en el Paseo Borges Salas, en el interior del Parque García Sanabria en Tenerife, España. En una estatua sencilla, se crea un busto de bronce colocado sobre un pedestal. La escultura fue realizada por Thelvia Marín con motivo del centenario de la muerte de esta ilustre mujer.
También el 1958 en el municipio de San Miguel del Padrón, en La Habana se construye otro monumento que se recuerda a la madre de Martí sentada, leyendo una de las cartas que le escribiera su hijo desde Montecristi, el 25 de marzo de 1895, en la que expresa:
Madre mía:
Hoy, 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en usted. Yo sin cesar pienso en usted. Usted se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y ¿por qué nací de usted con una vida que ama el sacrificio? Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil. Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre.
Abrace a mis hermanas, y a sus compañeros. ¡Ojalá pueda algún día velos a todos a mi alrededor, contentos de mí! Y entonces sí que cuidaré yo de usted con mimo y con orgullo. Ahora, bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza. La bendición. Su J. Martí.
Por su parte la masonería cubana colocó un busto en la unión de las calles Egido a Desamparados, en La Habana Vieja, muy cerca de la antigua Estación de Ferrocarril. De Cuba Años después a solicitud de la Gran Logia se trasladó para el parque Victor Hugo, en el Vedado cuando se cumplían el centenario del nacimiento del apóstol.
Hoy los cubanos rendimos homenaje de respeto y gratitud eterna a Doña Leonor Pérez Cabrera.