En el libro de los muertos en Cangamba

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Por Orlando Fombellida Claro | 11 agosto, 2020 |
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Osnel formaba parte del grupo de 92 asesores cubanos que, junto a 818 efectivos de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (Fapla), resistieron un feroz ataque de 16 batallones irregulares, seis baterías de artillería, morteros de 60; 81 y 120 milímetros, y cohetes tierra-aire.

La embestida duró hasta el día 10, en que los atacantes comienzan a retirarse. Durante el desigual enfrentamiento llegó un momento en que los sitiados quedaron concentrados en el reducido espacio de 150 metros de largo por 50 de ancho.

El paso del tiempo no le borra de la mente lo vivido hace 37 años en aquel paraje del sureste angoleño, donde era jefe de piezas de mortero que fueron inutilizadas por el fuego enemigo; entonces se convirtió en fusilero.

Con la mayor naturalidad del mundo, cuenta que al cuarto día de estar bajo la metralla enemiga le encomiendan evacuar a unos heridos. Para cumplir la misión debían salir del cerco, atravesar un arenal llano y despejado, evadir el ataque de una línea de infantería y de una ametralladora situada en una atalaya, y llegar a un área en la que serían recogidos por helicópteros que vendrían con tropas de apoyo, objetivo que no les fue posible alcanzar por estar muy cansados y débiles.

Regresa al atardecer, con un cansancio que le cerraba los ojos perdidos en la profundidad de sus cavidades, y nota asombro, como si vieran un aparecido, en los rostros terrosos y sin afeitar de sus compañeros, hasta que uno de ellos reacciona y le dice: ve, para que te borren de la lista de caídos.

“Al presentármele a Peraza (*), se sorprendió, como sabía el por qué, le dije: “No me voy a morir aquí, yo me voy a morir en Bayamo”, dice Osnel.

Narra que pasados solo 15 o 20 minutos de haber sido borrado del libro de los muertos, piden un voluntario para buscar a un médico y un equipo de radio para la comunicación con los pilotos de aviones de combate cubanos. Sin pensarlo se brinda y alguien le dice: ¿ven acá, tú estás loco. No has acabado de entrar y ya vas a salir de nuevo?

Al ir de salida, con un suboficial, le cuentan que su jefe de pelotón se encuentra en el cercano arenal y no puede retornar. Avanza hasta un punto adecuado y le pregunta si está herido. La respuesta es negativa, solo que le es imposible moverse por efecto de una onda expansiva.

Las manos de Osnel Ramos Soler sostienen con ternura una flor, pero están listas para empuñar de nuevo un fusil  FOTO/Orlando Fombellida Claro

Dejan los fusiles y cargadores, porque debido a la escasez de alimentos y agua no tenían fuerzas para portarlos y mover al compañero inmovilizado. “Nos costó bastante trabajo, pero conseguimos llevarlo sano y salvo hasta una posición segura”, dice Osnel y mueve la flor que tiene entre las manos, todavía capaces de empuñar un arma si el enemigo le obliga a hacerlo.

Desde aquel día en que su nombre figuró por unas horas en el libro de los caídos en combate en  Cangamba, sus compañeros de filas le dicen a Osnel el Muerto Vivo.

(*) Peraza González Fidencio, entonces teniente coronel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, quien se encontraba al frente de la tropas internacionalistas cubanas desplegadas en Cangamba. Hoy es coronel de la reserva y Héroe de la República de Cuba.

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