
En Caimito, donde las sombras del huracán Rafael azotaron con fuerza las redes del servicio eléctrico, Danilo Pérez Céspedes, técnico del contingente Desembarco del Granma, se erige como un faro de esperanza al esforzarse por restablecer la electricidad mediante el trabajo colectivo.
Más que un técnico, Danilo es un verdadero gladiador que se adentra en una batalla silenciosa, enfrentando terrenos inhóspitos, vegetación densa y caminos que se pierden entre la maleza.
“Actualmente trabajamos en la línea de 33 KV que alimenta al poblado de El Salado. La tarea es ardua, ya que el acceso al lugar es limitado. Estamos aquí, a campo traviesa. Esperamos la llegada de un equipo multipropósito que nos permita avanzar y continuar con las labores. Mientras tanto, estamos reparando otras líneas”, explica Danilo.
“Específicamente, vamos a reparar la fase A, restablecer la tensión en aproximadamente dos kilómetros de línea, y realizar el cambio de crucetas y postes. Si el tiempo lo permite, en horas de la tarde podremos restablecer el servicio en esta línea”.
En estas labores, participan fuerzas de una brigada de inversiones de la Empresa Eléctrica de Granma, así como equipos del municipio de Niquero y de Campechuela.
Mientras trabaja codo a codo con su brigada, Danilo siente una conexión profunda con la comunidad. Sabe que detrás de cada línea que repara hay un hogar, una familia esperando la luz.
Forjado en el esfuerzo, Danilo Pérez Céspedes ha aprendido a transformar su desasosiego por la distancia de su hogar en determinación. La familia queda siempre presente en su mente; cada recuerdo tejido entre abrazos y risas se convierte en un impulso vital.
A medida que cambia crucetas y postes, su mente viaja a ese hogar donde el amor se convierte en energía.