El panorama en el botánico de Pinar del Río era desolador: ramas quebradas, gajos cortados de un tajo, otros con alguna fibra pegada aún al tronco, negada a perder el vínculo con sus raíces.

Los ojos de Yanet Sam Pascual se saturaron con tamaña destrucción. Había imaginado su primer visita al  botánico de Pinar del Río de otra manera, con aquel verde rebosante, vistoso en sus tonalidades, los senderos debidamente señalizados y tan limpios como lo puede permitir la fuerza de gravedad.

Sin embargo, una cosa piensa uno y otra muy distinta la madre naturaleza, de manera que la primer visita de Yanet al botánico de Pinar del Río fue para ayudar a restaurar los daños causados por el huracán Ian.

“Muy triste, con pérdidas casi del 70 por ciento de las especies endémicas en colección. Todo quedó devastado.

“Nos juntamos a un gran grupo de la agencia y limpiamos parte de los senderos de las colecciones que impedían a sus trabajadores Los trabajadores inventariar las pérdidas a causa de la maleza.

“Fue un día de mucho atareo. Quitamos ramas, árboles caídos; palmas arrancadas de raíz y árboles inmensos derribados en el suelo.El área de bambú quedó como si la hubieran chapeado a la mitad.

“Cuando se evalúen los daños donaremos entre todos los jardines algunas de las especies perdidas.

“Nuestra ayuda junto al equipo de directores de los centros de la agencia de medio ambiente fue un impulso grande.

” Sólo el decirles a aquellas personas: estamos aquí, cuenten con nosotros, les devolvió el ánimo y la confianza. Llevamos lo mejor de nosotros.”