
Inolvidable resulta para Osvaldo Avilés Montero aquella tarde del 22 de enero de 2017, en el estadio bayamés Mártires de Barbados, cuando la selección de Granma alzaba la primera de sus cuatro coronas en series nacionales de béisbol.
Ocho años después, habla de ese título de la versión 56 como si el tiempo no hubiese transcurrido, porque aún lo sigue disfrutando: “Nunca lo olvidaré por lo que representó y representa para la pelota granmense”, afirma.
Incluso, siente que es uno de los más afortunados, no solo por aquel triunfo inédito, coronado con un contundente 4-0 en la final frente a los Tigres avileños, también por lo que aportó a la obtención, desde su puesto de preparador.
“En esa serie la defensa mejoró muchísimo, era una de las debilidades que se arrastraban de temporadas anteriores”, revela, antes de recordar sin autosuficiencia ninguna, que “fui el entrenador principal de los jugadores de cuadro.
“De un lugar 13, 14, 15 subimos al primero. Eso fue un una satisfacción muy grande para mí; y lo recordaré mientras viva porque mi trabajo se vio”, dice el oriundo de Campechuela, orgulloso por la notable mejoría de los infielder en esa campaña.
“Al lugar que uno vaya a trabajar, hay que soltar la vida y explicarle a los atletas dónde están los defectos, dónde hay problemas. Esa fue mi filosofía y le prometí a Carlos (Martí) que el equipo lo llevaría a un primer puesto en la defensa; y así sucedió”, comenta, el exantesalista que jugó 12 series nacionales y cuatro selectivas, con average ofensivo de .227 (1595-362).
De aquella época evoca con agrado al mentor Roberto Ledo Noa y el título de la Selectiva de 1982 que conquistó con Orientales, bajo el mando de Carlos Martí Santos.
Asimismo, guarda un recuerdo especial del extorpedero y ya fallecido, Agustín Arias Tornés, con quien compartió la custodia del ala izquierda, sobre todo en elencos granmenses, luego de la división política-administrativa de 1976: “Fue más que un compañero, fue amigo”.
Confiesa que nunca le gustó estar en el banco: “Coincidí con Luis Pompa Ramírez y Marino Moreno Mendoza. Y siempre les dejé claro, que mientras Avilés estuviera en el equipo, no tendría relevo, que llegaría cuando ya no pudiera.
“Nunca fui un bateador de altos quilates, destaqué por mi defensa”, reconoce, cuatro décadas después de retirarse del deporte activo, aunque no abandona los terrenos, mérito para ser incluido entre los homenajeados en el territorio por los 64 años de creado el Inder, este 23 de febrero.
Avilés también se refirió al pasado reciente y a dos atletas que forman parte de la generación dorada de la pelota granmense: Carlos Benítez Pérez y Osvaldo Abreu Sánchez, quienes coincidieron, desde sus primeros campeonatos y se entregaron sin límites a la causa del conjunto.
“Durante los entrenamientos para un serie nacional, logré que Abreu aceptara trasladarse a la tercera base, “ambos sobresalían por sus dotes con el guante, pero Benítez era brillante en la segunda almohadilla”.
En cuanto a una de las estrellas nacientes, el también campechuelero Yulieski Remón Tejeda, el mentor de los Alazanes en la edición 48 reconoció que lo tiene todo para imponerse: “Es buen bateador, posee fuerza y una defensa envidiable, pero le falta explosividad. Todavía está joven; por eso, le recalco que debe ser más explosivo, desde que entra al terreno”.
Para la actividad física también reserva un espacio de lunes a viernes, cuando trabaja con un grupo de bailoterapia y gimnasia localizada: “El ejercicio es beneficioso para la salud”, recalca, uno de los artífices en los cuatro cetros consecutivos que eslabonan los Azucareros en los campeonatos provinciales.
Osvaldo percibe, que -a sus 72 años de edad- aún conserva fuerzas para seguir ayudando al béisbol de su terruño y de Granma: “Lo he dado topo por mi municipio y mi provincia, y lo seguiré haciendo”.