
París.– Este miércoles, por primera vez, Mijaín López Núñez despertó siendo cinco veces campeón olímpico. También amaneció aquí, como si el día anterior no hubiera acabado; todos siguen, y seguirán hablando de la leyenda. «Es un honor verlo, tocarlo y, además, que te hable después de hacernos una foto, nos dijo un periodista kazajo».
Es cierto que Armand Duplantis volvió a tocar el cielo con su noveno récord del mundo en la pértiga, esta vez fijado en 6,25 metros; que la marca del orbe de 46,40 segundos en los cien metros libre del nadador chino Pan Zhanle es de otra galaxia, o del Aquaman del celuloide.
O que las cuatro diademas en la natación, del francés Léon Marchand, dos de ellas en dos horas, son igual de excelsas, como lo fue la quinta dorada del judoca Teddy Riner, quien cobró aquí el oro que perdió en Tokio-2020.
Pero que la quinta de oro consecutiva del pinareño, único atleta del mundo que ha podido hacerlo en una disciplina individual que no contempla otras opciones de medallas, es el gran suceso de París-2024, tampoco lo duda nadie.
Las televisoras, los medios, la página oficial de los Juegos, personalidades del mundo entero y atletas de un calibre extraordinario lo han hecho público.
«Campeón olímpico, campeón olímpico, campeón olímpico, campeón olímpico, campeón olímpico. Desde Beijing hasta París ha dejado de ser leyenda, para hacerse eterno. Mijaín López, el coloso de Cuba. Admirable», escribió en su cuenta de Instagram, con un millón de seguidores, la extraclase y reina del triple salto en el mundo, Yulimar Rojas, acompañado de una foto de la estatua con la que se reconoce al atleta antillano.
La prensa brasileña lo calificó como el atleta historia; ABC tituló: Mijaín López ya es el más grande, y ESPN: Mijaín López hace historia.
El sitio oficial de los Juegos expresó, en su cintillo principal, Mijaín López: El Coloso de oro que entró al olimpo dejando un sueño en los colchones; y Marca, prestigiosa publicación deportiva de España, lo vio así: Mijaín López logra gesta Olímpica que ni Phelps pudo: Conmueve colgando los botines tras oro en París-2024.
Cuando la noche languidecía, aunque los corazones no podían parar de latir con la velocidad de las emociones –las que continúan desbordando a París por dondequiera que pasa Mijaín–, conversé con Raúl Trujillo, porque ya Mijaín era inalcanzable; no es solo nuestro, es del mundo, y este lo reclamaba.
–Hoy, con su alumno pentacampeón, ¿qué opinión le merece el otro peso pesado de la lucha cubana, Oscar Pino?
–Oscarito es una gran persona, un atleta muy disciplinado. Él cubrió y cumplió en los eventos en que Mijaín no estuvo, como los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y en los Panamericanos, y también en los mundiales.
«Entrenó con él para estas medallas, fue a las clasificaciones olímpicas y cumplió con asegurarle su puesto. Su esfuerzo en la preparación de Mijaín fue colosal.
«En nuestro deporte hay un sentimiento muy grande de unidad y respeto, y Mijaín se ganó el cariño y la admiración, no solo de Oscar, sino de todos. Tal vez por eso, cuando dedicó su quinta presea de oro consecutiva, no quiso dejar fuera a nadie, y afirmó que era para cada ser humano que lo ayudó a realizar su sueño, que es de todos, y era también el de Oscarito».
Cuando se dice que detrás de una medalla hay mucho de esfuerzo anónimo, este, que no lo es tanto, levanta el honor de los valores y principios como la unidad, el trabajo en equipo y el compañerismo.
Oscar Pino hubiera podido, por su calidad probada en medallas en campeonatos mundiales, estar en París-2024. Pero tenía un compromiso mayor con su equipo, contribuir a que el Gigante de Herradura levantara a su pueblo.
De estas historias se hace Cuba, con la vergüenza de hombres como Pino, a quien vemos en esa frase de Fidel que dio título a una de las piezas de más exactitud y previsión sobre el deporte: Para el honor, medalla de oro.