La condición de favorito con que avanzó el equipo de Bayamo a la final del recién concluido Campeonato nacional de Pequeñas ligas de béisbol, nunca fue infundada. De hecho, la había conquistado dos años atrás, cuando ganó el título frente a los habaneros de 10 de Octubre.

Pero ese no era el único atributo que exhibía la tropa de Miguel Veranes. También sobresalía su recorrido previo al tope con la selección de Santa Clara, al que llegó sin la sombra de un revés. Por eso, era el rival a derrotar.

En cambio, muchos imaginaron que el duelo en el beisbolito bayamés Manuel Alarcón Reina resultaría fácil y que los locales seguirían en el trono. Pero ni uno ni lo otro, los retadores fueron más que sus contrarios. Aun así, los monarcas defensores vendieron cara sus derrotas (3×4 y 9×10), porque nunca se dieron por vencidos frente a un conjunto que también los superaba en talla.

Al respecto, Vladimir Vargas, miembro del cuerpo técnico de la representación de Granma, argumentó que debido al azote de la Covid-19, en los dos últimos años la pesquisa y la selección de talentos no fue la mejor, lo que incidió en el disminuido somatotipo de los bayameses para esta edición.

De ahí que Víctor Corona Miranda, metodólogo provincial de deporte escolar, insistiera en aplaudir el desempeño de los muchachos, que habían llegado a la final por sus habilidades, “incluso, vencieron a Santiago de Cuba y a Ciego de Ávila, también con mejor talla y somatotipo que ellos”, apuntó.

Por eso no hay nada que reprocharles, cayeron en buena lid y hasta el último momento defendieron “con uñas y dientes” la corona. Así, en medio de tantos vaivenes, el béisbol granmense se consolidaba en la élite nacional.