
Bendecido por la naturaleza, el hermoso balneario cayo Esquivel, ubicado a unos 13 kilómetros del poblado costero de Isabela de Sagua, en Villa Clara, tiene también su historia de tesoros escondidos y piratas, que hace aún más atractiva su visita en el centro norte de Cuba.
Según la tradición oral, guarda, en sus entrañas, una gran riqueza escondida por el desalmado bandido conocido por Jack el Calicó, llamado así por su atuendo de tejido rústico de colores vivos, de acuerdo con Ecured, la enciclopedia colaborativa cubana en red.
En relación con historias contadas en el tiempo el pirata, nacido en Inglaterra en 1682 y ahorcado en Jamaica en 1720, atacó a un grupo de barcos de la flota española que viajaba rumbo a Europa, desde el puerto de Matanzas, cargado de joyas y dinero de familias económicamente poderosas de la Isla.
La trasmisión popular sobre el hecho asegura que el vándalo se escondió en la parte este de Esquivel y sorprendió a los dos primeros buques que se hundieron al instante, quedó solamente el navío con las riquezas, el cual se rindió en el acto y asesinados todos los tripulantes.
Sin que se pueda comprobar, la historia cuenta que la fortuna fue bajada al cayo y enterrado, donde aún permanece porque no hay noticias de su hallazgo.
Se dice igualmente que el hijo del pirata, criado en el Hato de Jumagua, con posterior residencia en Virgina, Estados Unidos, regresó y se llevó los valores robadas por su padre.
Pero el cayo tiene sin dudas otro tesoro más valioso porque cuenta con todas las virtudes de un sitio paradisiaco, una superficie que sobrepasa los 10 kilómetros donde se localizan tres áreas de baño y una abundante vegetación tropical.
El islote arenoso se localiza en una zona habitada por delfines y muy cerca de otras isletas también del archipiélago Jardines del Rey, el más extenso de los cuatro que rodean a Cuba, donde radican diferentes polos dedicados a la explotación turística.
Disfrutado por el turismo local a principios del siglo pasado, donde abundaban casas y hoteles, las que desaparecieron ante el paso de huracanes y la amenaza que representaban las bandas terroristas contra la joven Revolución.
Por su verdadero tesoro natural, Esquivel figura entre los intereses de la industria sin humo cubana, disposición ralentizada, fundamentalmente, por la pandemia de COVID-19.