
Ya tenemos instalada la final de la III Liga Élite de Beisbol. Las Tunas llenó su etiqueta de favorito frente a Santiago de Cuba que, aun sin los atributos que lo llevaron a la postemporada, exigió seis partidos para ceder.
Ayer, los Leñadores lograron la victoria más cómoda de las cuatro que alcanzaron en esta semifinal, y ahora harán las maletas para llegar a Ciego de Ávila, a exponer ese mismo cartel en la disputa del título.
Seis jits, uno de ellos el triple de Luis Vicente Mateo, le dieron igual cantidad de carreras a los tuneros, con lo cual borraron la desventaja de 2-5 que sufrían desde el tercer acto, y se pusieron otras tres por delante. A partir de ahí, el alto mando de los dueños del bosque envió a un lanzador por inning en el último tercio.
Así respondió el mentor Abeicy Pantoja a ese segmento de juego, en el que los santiagueros habían sido letales en los cinco partidos anteriores, con 30 registros. Ayer ese recurso dejó a los rojinegros en una sola anotación, la del noveno, que en buena medida se debe a la sorprendente aparición, como cerrador, del zurdo Cristián Rojas, un muchacho que no tenía aval en los play off y que en la campaña otorgó 12 boletos en 18 innings. Él boleó a José Luis Gutiérrez, y Francisco Martínez le pegó imparable.
En defensa de esa decisión solo se podía acotar que enfrentaría a dos bateadores zurdos de mucho contacto. Sin embargo, eso, que no es desacertado, tendría asidero si el joven Rojas lo hubiera hecho en toda la temporada.
Lo cierto es que Pantoja tomó nota de ese último tercio de sus rivales, y salió a responder con una estrategia que frenó esa producción. El de ayer fue el juego en que menos carreras hizo Santiago de Cuba en ese tramo del desafío.
Fue el sexto partido de esta semifinal, el único que quedó sin jonrones, en un cotejo que en cinco duelos se habían despachado 15 cuadrangulares.
A tuneros y santiagueros hay que agradecerles la entrega en el terreno, la que hizo que la afición viviera su pasión a pecho abierto, como se vive la pelota en Cuba. Este, es cierto, resultó un play off que se volvió loco, o más bien dejó loco al beisbol, porque se hicieron muchas cosas de las que no se pueden hacer, cuando se aspira a ganar.
No hubo descanso para un pitcheo que, por ambos lados, se mostró frágil y escaso de ideas para dominar. A eso habría que agregar que la defensa fue pésima, con 35 errores entre los dos equipos, 15 de ellos por las carencias de las Avispas; agregue que otras pifias que no van a las hojas de anotaciones, como la mecánica defensiva y la anticipación a las jugadas, estuvieron totalmente ausentes, por lo que un juego de tanta riqueza táctica como el beisbol se vio huérfano de esa cualidad.
Para colmo, a pesar de la desbordante ofensiva de los dos bandos, se corrieron muy mal las bases; pero, como ya dijimos, se defendió peor ante esos desaciertos.
Varios jugadores pesaron mucho para sus equipos. El invencible Yosvani Alarcón, el pimentoso Héctor Castillo, la versión más beisbolera de Lázaro Ponce y el imprescindible Roberto Baldoquín se hicieron bastiones del bosque. En cambio, el Pica pica Osvaldo Abreu, llegado desde Granma, y el refuerzo de lujo artemiseño, Jason Martínez, fueron los aguijones más afilados de las Avispas. Santiago de Cuba cayó, pero este último pelotero, con 16 incogibles en seis choques, y average de más de 600, coronó la actuación más encumbrada de esta semifinal.
El próximo sábado, a las dos de la tarde, –en el avileño José Ramón Cepero, la selva en la que los Tigres emboscan a sus presas–, comienza la final. Para ella, los tuneros siguen siendo nuestros favoritos, como dijimos el 19 de mayo, cuando adelantábamos la posibilidad de esta final, de la que saldrá un nuevo campeón de la Liga Élite, pues ya Agropecuarios no existe, y el monarca defensor, Matanzas, no alcanzó cupo en esta edición.