
Aunque a Olivia Mendoza Marisi la vida la ha premiado con dos hijos e igual cantidad de nietos, ha tenido que dividir su corazón en mayor número de descendientes, pues desde que se desempeña como directora del Hogar de niños sin amparo familiar (HNSAF) de cero a seis años, el número de retoños ha aumentado.
Para ella no hay placer más grande que llegar a su trabajo y que los niños la comiencen a llamar mamá Olivia, un detalle que hace que cada día asista con deseos renovados a su centro laboral.
La relación con estos menores inició hace cuatro años, debido al vínculo estrecho con el HNSAF, el cual atendía por su cargo como metodóloga de la Dirección municipal de Educación de Bayamo, lo que constituyó un motivo para que fuera propuesta como directora.
Con 32 años en el sector educacional, ha trabajado como educadora, maestra, subdirectora y directora de círculos infantiles, además de dirigente educacional y actualmente como máxima responsable del HNSAF (2019), lugar al que llegó por casualidad, y los meses que previó estar allí se han convertido en cuatro años que piensa aumentar, porque se enamoró del hermoso trabajo que se realiza con los niños.
En declaraciones a La Demajagua, Mendoza Marisi explicó que la función de esos hogares es el cuidado de los niños que están en situación de abandono, o sin la tutela de los padres.
“Hemos recibido niños con cuatro meses de edad y están con nosotros hasta los seis años. Somos un grupo de educadoras, auxiliares pedagógicas, enfermeras y personal de servicio que velamos constantemente por el estado de esos infantes.
“Ellos tienen todas las condiciones materiales satisfechas, pero lo que más necesitan es mucho amor, porque llegan a nuestras manos con traumas y carencias afectivas, debido a la condición de sus progenitores. Nos sensibilizamos mucho con su situación y los formamos para que se incorporen cuando sean mayores a la sociedad y para que las adversidades familiares no constituyan un lastre en su existencia.
“Trabajamos para desarrollarles todas las facultades físicas y psicológicas, para que logren un desarrollo completo de la personalidad. Les damos tratamiento según el dictamen físico-psicológico que dan los especialistas. Luego de cumplir los seis años de edad, ingresan a otro hogar donde son atendidos hasta los 18 años”.
Las historias vividas son múltiples, y aunque lo intenta, no puede evitar establecer estrechos vínculos con estos infantes: “Recientemente me robó el corazón un niño que entró con un año y egresó el pasado mes de mayo, al salir de prisión su mamá. Era discapacitado y andaba en silla de ruedas, pero rápidamente nos ganó a todos, en especial a mí, y logramos que saliera de aquí alimentándose bien y que, aunque no camina, aprendió a realizar varios movimientos con sus articulaciones.”
Por sus méritos laborales, Mendoza Marisi, recientemente, mereció la distinción Rafael María de Mendive, uno de los principales reconocimientos que otorga el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, las Ciencias y el Deporte (SNTECD) a miembros destacados.
“Honestamente, me sentí muy alegre y orgullosa al recibirla, porque es fruto de mi quehacer y del apoyo de mi familia, además del aliento que recibo de los niños de mi hogar, quienes me impulsan a ser mejor persona y profesional. El trabajo es mi gran tesoro y en él radica el impulso de dar, cada día, un poco más de mí. No hay mayor premio que el cariño que recibo de mis niños, por eso no tengo límites a la hora de entregarme a ellos, y que se encuentren bien es mi mayor interés.
“Afortunadamente, muchas personas e instituciones colaboran con donaciones para que en el HNSAF no falte nada. Y aunque nuestros beneficiarios egresan de nuestro centro, seguimos visitándolos y evaluando sus condiciones de vida, y estimulamos -además- a la familia para que el trato hacia ellos sea lo mejor posible, de modo que el regreso a sus casas no constituya un motivo de perturbación. También verificamos su desempeño en la escuela y su desarrollo físico-psicológico”.
En esta consagrada mujer prevalece el agradecimiento constante por su actual labor, esa que le ha ensanchado el corazón, donde ahora reinan -junto a sus descendientes sanguíneos- los otros hijos que la vida le regaló.