
A Luisa Valdés Aguilar la conocí, hace unos días, cuando visitaba la finca El Guayabal, de su esposo, el destacado productor Danni Velázquez Machado, en la zona de La Pedrera, de Bayamo.
“Bueno, no me considero la mejor, pero llevo batallando unos cuantos años a su lado”, dijo en breve y espontáneo intercambio, surgido de la máxima, de que junto a un gran hombre, hay una gran mujer.
“Soy exigente conmigo misma, le suministro el agua a los animales, estoy pendiente de la comida y si estos se van a salir, porque la cerca está rota, para evitar el extravío o un accidente del tránsito en la cercana carretera”.
Ella es médico veterinaria, jubilada, pero viene todos los días a trabajar, dejando las posibles comodidades de la vivienda en la urbe citadina, porque no puede estar sin hacer algo.
Laboró en la ganadería, en unidades del sector, en la compra de animales; enfermó de alergia y cambió de actividad, hasta completar los años de servicio y de edad que establece la Ley para acogerse a la jubilación.
Recuerda que, en una ocasión, Danni la puso a prueba cuando una vaca de un vecino se accidentó: “Le dije, vamos a internarlo, la logré sanar y devolverla a la vida útil”.
La conversación concluyó, tras algo más de cinco minutos, y Luisa Valdés siempre optimista, expresó: “Estoy bien, y lo principal es tener salud, para hacer avanzar a Granma y a Cuba”.