Fue aquel domingo 26 de noviembre de 1961 hace hoy 63 años cuando se cometió uno de los más crueles actos terroristas en la historia de la Revolución Cubana.
Esa noche, en los alrededores de la casa de Pedro Lantigua los perros comenzaron a ladrar.
El campesino un conocedor de la zona, sabía que allí operaban las bandas terroristas armadas, capaces de cometer cualquier crimen, inmediatamente cogió el fusil que le habían asignado para cubrir la guardia y cuando salió fue sorprendido por un grupo de hombres que se presentaron como milicianos.
Pedro Lantigua fue desarmado violentamente y bajo amenaza de agredir a su familia si intentaba ser resistente a las órdenes del policía batistiano Julio Emilio Carretero Escajadillo.
Una mirada examinadora se posa ahora en el joven brigadista, quien con voz firme dice… “¡Soy el maestro!”. Esa fue su sentencia de muerte.
Manuel Ascunse, el maestro que enseñaba y el campesino Pedro Lantigua fueron apresados por bandas de alzados que tenían la misión de destruir todo aquella que tuviera vínculos con la naciente revolución Cubana.
Un aviso llega al teniente Manuel Monteagudo Consuegra que sale en busca de los bandidos. Nada pudo hacer, en las primeras horas de la mañana ambos cuerpos habían sido ahorcados después de ser torturados.
Desde muy joven se incorporó a las actividades que realizaban los estudiantes en apoyo de la Revolución. En 1960 ingresó en la Asociación de Jóvenes Rebeldes.
En la etapa estudiantil se incorpora a la defensa de la patria. Sin pensarlo dos veces se une a las Brigadas “Conrado Benítez”, ante el llamado hecho por Fidel Castro para alfabetizar a los campesinos. Es ubicado en la zona montañosa del Escambray.
El entonces Presidente Osvaldo Dorticós Torrado, en la despedida de duelo expresó: “Al asesinar a este adolescente, se ha querido asesinar con él a una nueva generación que encarna el más lúcido y sano presente, y que anuncia para la Patria el más esclarecedor porvenir. Hoy hemos cavado una tumba para el héroe adolescente, pero con actos como este cava día a día, su tumba el imperialismo y el capitalismo.
Casi un mes después del crimen, Cuba se proclamó territorio libre de analfabetismo.
Luego se levantó un monumento dedicado a su memoria en Sancti Spíritus, más tarde se inauguró el Hospital Manuel Ascunce, en su honor.