
Es bastante difícil contactar cualquier día, especialmente los fines de semana, con los integrantes del mariachi masoense Nuevo Jalisco.
Generalmente se encuentran en determinado escenario convencional como plazas, teatros, cines o los llamados espacios flexibles en los barrios del llano o la montaña de Bartolomé Masó, porque son andariegos y muy apegados a las comunidades.
Por eso el equipo del Pincel costumbrista decidió sorprenderlos un lunes en pleno ensayo, con la complicidad de Bárbara Tamayo Tirado, subdirectora de la Casa de Cultura local.
Cuando llegamos al aula de estudio ya Rafael, nuestro fotorreportero, disfrutaba de un corrido excelentemente interpretado por ese grupo montañés, seguidamente accedieron a nuestra petición y comenzamos una charla premeditadamente breve, pero alargada por la empatía entre el grupo y la prensa.
De antemano conocíamos que el mariachi es la unidad artística que mayor cantidad de actividades ofrece al cada vez más creciente número de admiradores de esa música brava en picachos y valles de la localidad.
Según nos explicó Luis Yadir, vocalista y director, ya se cumplen 11 largos años de la fundación de la agrupación, como resultado lógico de un programa de la Revolución encaminado a que cada municipio contara con un conjunto de música mexicana, al igual que con una banda de conciertos.
En el presente sus arreglistas se encuentran inmersos en la adaptación de piezas inolvidables del pentagrama cubano, a los ritmos y ejecuciones de las melodías de la entrañable tierra norteña.
Tocaba el turno a Veinte años, de María Teresa Vera, Flor pálida, de Polo Montañez y Quiéreme mucho, de Gonzalo Roig, otras se encuentran en el “círculo de espera” para ponerlas a consideración de los variados públicos que admiran el quehacer de Nuevo Jalisco.
Entretanto afinan voces de probada tesitura y virtuosismo de los instrumentos para seguirle tomando puntería al éxito.