Durante el período heroico de las guerras de independencia contra la dominación española en Cuba, el nombre del Mayor General Bartolomé Masó Márquez aparece con sorprendente frecuencia relacionado con sus hechos y resultados más gloriosos.
En cada momento histórico puso en primer plano su actitud francamente revolucionaria, marcada por el combate sistemático a los opresores de la patria y el rechazo a las posiciones conservadoras, autonomistas y anexionistas que lastraron el pensamiento cubano en el siglo XIX.
Nació Bartolomé de Jesús Masó Márquez el martes 21 de diciembre de 1830, hace 195 años, en una casa rústica de la hacienda Cerca de Pie, a dos kilómetros al suroeste del poblado de Yara, cabecera del partido homónimo, dependiente de la jurisdicción de Bayamo.
Para esta fecha todavía no se había creado la jurisdicción de Manzanillo, por lo que algunos autores ubican el nacimiento, justamente, en el territorio de Bayamo.
Era hijo del comerciante y terrateniente don Bartolomé José Francisco Masó y Randés, natural de la ciudad de Sitges, en Cataluña, España, y doña Josefa Benita Márquez y Márquez, oriunda de Bayamo. A los diez días de nacido, el sábado 1º de enero, fue bautizado en la iglesia San José y Santa Rita de Yara, por el presbítero cura don Miguel José de Espinosa.
Los Masó y los Márquez tenían sus casas señoriales en la villa de Bayamo. Para esos tiempos la familia contaba con dos haciendas de ganado vacuno, un trapiche de azúcar y un corral de puercos. Además, disponía de un comercio en la villa de Bayamo y otro en el poblado y puerto de Manzanillo.
Realizó estudios en el convento Santo Domingo de Bayamo, los que continuó en el cercano colegio San José, dirigido por José María Izaguirre e Izaguirre, uno de los mejores de Cuba. Asimismo, pasó por las aulas del colegio conciliar San Basilio el Magno, de Santiago de Cuba.
No pudiendo viajar a Cataluña para cursar la carrera de Derecho, a causa de un padecimiento hepático, eligió realizar un curso de contabilidad, con el objetivo de dedicarse a la actividad comercial.
De regreso a Manzanillo, joven y con cierta posición social, al ser hijo de un regidor y competente comerciante, se integró plenamente a las actividades comerciales, sociales y culturales de aquella sociedad.
El joven Masó dejó a un lado los remilgos de hombre rico para dedicarse a la lucha por la independencia de Cuba. Fue un hombre clave en el Grito de La Demajagua, encabezado por Carlos Manuel de Céspedes, el 10 de octubre de 1868.
En los primeros meses de la guerra desempeñó el puesto de intendente general de Ejército y Hacienda. Luego aprendió a dirigir pequeñas y grandes unidades del Ejército Libertador. Después de 10 años de duro accionar bélico alcanzó el grado de general de brigada.
De igual modo, resultó muy útil en la organización de la Guerra Necesaria. En él pusieron todas sus esperanzas los patriotas ardorosos para reiniciar la lucha emancipadora en la región oriental. No fue casual que José Martí y Juan Gualberto Gómez lo designaran delegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC) en los municipios de Manzanillo, Bayamo, Jiguaní, Holguín y Las Tunas.
El 24 de febrero de 1895 cientos de hombres acudieron a las armas. Entonces pudo apreciarse mejor el arduo trabajo de organización desplegado por Masó en la región bajo su mando. Una docena de pronunciamientos ocurrieron en la llanura del Cauto, a los que acudieron más de 3 mil hombres. El propio Masó preparó el famoso alzamiento de Bayate.
En el contexto épico dirigió el Segundo Cuerpo del Ejército Libertador, siendo ascendió al grado de mayor general por el general en jefe Máximo Gómez. La asamblea constituyente de Jimaguayú, en septiembre de 1895, lo eligió vicepresidente del Consejo de Gobierno. Dos años después, en octubre de 1897, la constituyente de La Yaya, lo elevó a la presidencia del Gobierno insurrecto.
El general Masó enseñó el ardor del patriotismo y la intransigencia revolucionaria, el antiimperialismo militante y el amor a la democracia y la justicia.
La evocación del alto dirigente independentista reafirma lo mucho que le debe Cuba a este visionario de la libertad y soberanía nacional, al esforzado antianexionista y al titán que supo legar a las nuevas generaciones valores patrios, nobles e imperecederos.
