Máximo Gómez: decisiones difíciles

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Por Aldo Daniel Naranjo (Historiador) | 18 noviembre, 2024 |
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El 18 de noviembre de 1836 nació uno de los hombres más excepcionales de la Historia de América y, en particular de la República Domiciana y Cuba, el gran Máximo Gómez Báez, conocido como El Viejo, Primer caudillo, El Generalísimo, Napoleón de las Guerrillas, Napoleón del Caribe, Guerrero de la libertad y General del Pueblo.

El suceso ocurrió en el pueblo de Baní, en el valle de Peravía, al oeste de la ciudad de Santo Domingo, tierra de ganadería.  Los libros de la parroquia de Bani de 1836 y parte de 1837 fueron destruidos. Por eso, Gómez  contaba que no se acordaba de la fecha exacta de su natalicio, pero aceptó la de la tradición familiar.

De esta manera puede ser conmemorado el vagido maravillosodel esforzado político y militar que dedicó 30 años de su agitada vida a la lucha por la libertad de Cuba y soñar con la unidad de los pueblos antillanos.

UNA JUVENTUD CONFUSA

Su infancia y adolescencia las pasó en su tierra natal. En unas notas autobiografías, Gómez reveló que desde la niñez llevó una vida “pura y campestre”, siendo  dentro de la familia el que atraía sobre sí “todo el cariño y preferencias de padres tan buenos y amorosos”.

Es hermoso oír hablar de los progenitores  con palabras tan emotiva y sincera. Sin dudas, Andrés Gómez Guerrero y Clemencia Báez Pérez dieron a sus 10 hijos todos los afectos más tiernos y los sentimientos más nobles.

A los 16 años, el joven provinciano se unió al Ejército Dominicano en la lucha contra las invasiones haitianas. Su bautismo de fuego fue en el combate de Santomé, el 22 de diciembre de 1856,  donde recibió el ascenso al grado de teniente. Al concluir la contienda, extendida por 7 meses, tenía las insignias de capitán de caballería.

En marzo de 1861, los gobernantes de Santo Domingo solicitaron la anexión de España, con lo que el oficial Gómez quedó incorporado a la reserva del Ejército español. El 18 de  noviembre de ese año obtuvo la categoría de comandante.

Los patriotas dominicanos proclamaron la segunda independencia, la guerra de restauración, en agosto de 1863, pero el comandante Gómez se mantuvo del lado de las tropas anexionistas españolas.

Acerca de este paso, escribió en sus notas autobiográficas: “La República Dominicana dejando de ser lo que era pasa por el trance doloroso de anexarse a la monarquía de España. Tan inexplicable locura más tarde debía pagarse muy cara. Aquello fue un aturdimiento nacional que dejó a la juventud dominicana, huérfana, sin guías ni directores…”

Máximo Gómez una y otra vez le echaba la culpa de su falta de previsión a su edad juvenil. Por eso, más tarde volvía sobre el doloroso tema: “Joven yo, ciego y sin un verdadero discernimiento político para manejarme dentro de aquella situación, más que difícil, obscura, porque realmente la Revolución se presentó más que defectuosa, enferma…”

Los sucesos fueron tan dramáticos en su pueblo natal, que la juventud banileja en masas se sumó a las Reservas Dominicanas. Entonces ingresó en un batallón de caballería, combatiendo bajo el mando del comandante Modesto Díaz Alvarez, por espacio de casi dos años.

EXPATRIADO A CUBA

La conclusión del conflicto a favor de los patriotas dominicanos, obligó a los reservistas a la expatriación, unos a Cuba y otros a Puerto Rico y Filipinas.

El 13 de julio de 1865 llegó el comandante Máximo Gómez a bordo del vapor Pizarro, al puerto y ciudad de Santiago de Cuba, como un proscrito de su patria. Era acompañado por su anciana madre Clemencia Báez y sus hermanas María y Regina Gómez y la tía Antonia Gómez.

El hecho de que Gómez confesara, a poco de pisar tierra cubana, que comenzó a “purgar la culpa cometida” evidencia sus grandes pesares sobre el papel negativo jugado en Santo Domingo.

Existía en él la conciencia de haber obrado mal, con deslealtades patrióticas y ciudadanas hacia su pueblo. Quería expulsar los demonios que le acompañaban y que no le dejaban tranquilo un momento. Señaló que la depuración le sacudía el alma, al punto de sentir que todo había sido muy atroz, pero necesario si deseaba ser un hombre de bien.

Pero en la familia tuvo un amparo seguro para hacer frente al quebranto de su moral y la melancolía. Reconoció  que sin esa ayuda de sus seres más querido posiblemente hubiera sido su final.De este momento subrayó con agudeza: “Es como si el destino con voz de trueno nos diera un ¡alto!, y se detuviera la vida en un instante para abrirse un paréntesis donde escribir la desgracia con la pluma mojada en lágrimas la palabra fatídica ¡Destierro!”

Para ilustra ese estado de cambio profundo y sincero Gómez empleó una metáfora: era la voz del “destino” que se escuchaba como un “trueno”. Esta señal obró en el joven desterrado el milagro, dicho de manera simbólica, de “detener” su aliento de vida por  “un instante” para encontrar “un paréntesis”, un momento de sosiego y reflexionar sobre el camino transitado.

La transfiguración sufrida por Gómez fue tan completa  que en menos de 8meses abandonó las filas del Ejército español.  Con este paso trascendente, ponía de manifiesto que nunca demasiado tarde para encauzar los asuntos de nuestras vidas por las sendas de la dignidad y la honestidad.

La familia Gómez se trasladó a residir a la región de Manzanillo, donde contaba con amigos, emigrados a Cuba en 1844, Miguel Lavastida.  En la comarca manzanillera el joven Máximo Gómez se dedicó a los cortes de maderas en los montes de Cayo Espino, El Congo y Calicito para la compañía Ramírez y Oro.

SU VIDA EN EL DÁTIL

En octubre de 1867, Gómez y su familia se trasladaron a vivir en el poblado de El Dátil, al sur de la ciudad de Bayamo. Para el sustento de la los suyos trabajó como talabartero, agricultor y diversas labores en el cercano ingenio azucarero Guanarrubí.

Por suerte, los patriotas bayameses estaban agrupados en logias masónicas y clubes patrióticos, con los propósitos de organizar la lucha por la independencia de la patria.

Desde la primera página de su Diario de Campaña Gómez aseveró que en enero de 1868, residiendo en El Dátil, conoció de los trabajos conspirativos en Bayamo a través de su amigo José Vázquez Moreno y que en las juntas patrióticas que tenían lugar en la hacienda San Luis, propiedad de Eduardo Bertot Miniet, empezaron a tratar sobre su persona y su posible vínculo con la conspiración separatista.

En tal sentido anotó: “…esto motivó que los que componían aquelpequeño círculo revolucionariomanifestasen deseos de entenderseconmigo. Vázquez me lo comunicó y yo me acerqué aellos; mas, antes de entrar en ningún compromiso me informéde si algunos hombres de mayor representación, estaban en lainiciación. Así era, y entonces celebré mi compromiso formal,y principié a conspirar en unión de aquellos ciudadanos…”

La perspectiva de buscar una segunda oportunidad, le inyectaba ímpetus para rectificar los traspiés y seguir adelante con un corazón limpio a toda degradación moral.  Por eso, juntó su destino a los patriotas bayameses. Entre ellos encontró el modo más honroso de servir a un pueblo noble y trabajador. Entonces  reclutó campesinos y peones ganaderos y los adiestraba en los agites militares.

EN EL CAMINO DE LA REVOLUCIÓN

En medio de sus trabajos, un hecho doloroso lo golpeó con fuerza: en abril de 1868 murió Clemencia Báez, su adorada madre. El fin le llegó, según confesión de Gómez, “más que por su edad, por sus sufrimientos”.

Contraídos sus compromisos con el proyecto revolucionarios que se calentaban en Bayamo, tras la muerte de su progenitora, declaró: “Para que la Revolución me encontrara más y mejor expedito, acaba yo de cubrir con el polvo de la tierra los restos mortales de mi anciana madre. ¡Quién sabe, pensé yo enjugándome las lágrimas, si su espíritu me proteja y defienda!”

El 16 de octubre de 1868, Gómez integró el grupo de patriotas que se pronunció en armas en el poblado de El Dátil. Desde este momento el movimiento revolucionario contó con el jefe militar indiscutido, capaz de preparar un ejército popular y aguerrido y de enfrentarse al enemigo con extraordinarias posibilidades de triunfo.

HIJO ADOPTIVO DE BAYAMO

Una de las más justas y honrosas decisiones de los gobernantes de la Ciudad Mártir fue declarar al mayor general Máximo GómezHijo Adoptivo de Bayamo, el 15 de agosto de 1901, con lo que inició esta saga de reconocimientos ciudadanos.

La moción la presentó el capitán mambí Benjamín Tamayo Fonseca, concejal liberal del Ayuntamiento local.Defendió el orgullo de los pueblos, como el de Bayamo, de constar entre sus hijos a ciertos seres predestinados a cooperar a su dignificación, entre ellos el general Gómez, cuya memoria sería inmortal.

Destacó que desde 1867 vivió Gómez en El Dátil, es decir, dentro de la sociedad bayamesa, como uno de sus más correctos y honrados convecinos. Sus primeros sacrificios y peligros fueron en Bayamo, sus primeros gritos de libertad y sus primeras ilusiones de Cuba en Bayamo, para que pudiese esta ciudad santa, estampar orgullosa su glorioso nombre.

La propuesta fue acogida con inequívocas muestras de entusiasmo, siendo aprobada por unanimidad.

Era justo y digno porque desde ese momento, sostenido por la gallardía y ejemplaridad de los bayameses, Máximo Gómez se alzó como patriota y libertadorpara conquistar toda la gloria y lainmortalidad.

FUENTES: Máximo Gómez:Revoluciones… Cuba y Hogar (1927),El viejo Eduá (1936) y Diario de campaña (1941); Ramón Infiesta: Máximo Gómez (1937); y Benigno Souza: Máximo Gómez. El Generalísimo (1972).

 

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