
Varias veces se le entrecortó la voz mientras hablábamos: cuando mencionó a Nélida, su querida madre, quien lamentablemente no pudo verlo graduado como licenciado en Cultura Física; cuando habló de la voluntad de sus discípulos, algunos de ellos llegados a los entrenamientos con la autoestima baja; cuando se refirió al abrazo recibido después de una medalla heroica.
No fue difícil entender las emociones de Ramón Martínez Martínez, un ser humano nacido hace 51 años en Santiago de Cuba, crecido en Guantánamo y que desde hace rato perdió el nombre, pues todos lo llaman “Guaso”.
Era judoca de los buenos, luego jugador de baloncesto; después fue técnico, árbitro y metodólogo de esa última disciplina y terminó siendo uno de los mejores entrenadores cubanos de levantamiento de pesas para personas con discapacidades físicas, al punto que desde 2011 es el principal preparador del equipo nacional.
Su padre, de igual nombre, le inculcó el amor al deporte y él pensó que podría ser un gran atleta. Llegó, incluso, a Juegos Escolares nacionales, pero la meta proyectada en su mente era enseñar a otros.
Así, hace más de 30 años, pisó tierras bayamesas para ingresar en la Escuela de Profesores de Educación Física (Epef) y de buenas a primeras comenzaron a llamarlo con el mote que conserva hasta hoy, símbolo de la provincia guantanamera.
“Fue Bachata (se refiere a Rolando Santiesteban), un extraordinario profesor, quien me puso el apodo. A veces ni yo mismo me acuerdo de cómo me llamo. Pero a ese magnífico entrenador le debo también muchas enseñanzas”, cuenta.
Entre esas lecciones hay una esencial: el maestro en el deporte debe convertirse en “hermano, padre y amigo” del alumno. “Tiene que sentir los problemas del discípulo como suyos”.
Tal filosofía comenzó a ponerla en práctica desde su estreno como trabajador en Caney de Las Mercedes (Bartolomé Masó), donde permaneció dos años. También cuando alistaba a aletas de diferentes categorías del básquetbol de esta provincia, en la que hizo vida; o cuando cumplió misión internacionalista en la República Bolivariana de Venezuela (2006-2008).
Por eso mismo Guaso no ha dejado de protagonizar escenas conmovedoras: se lleva pupilos a su casa a convivir con él temporalmente, celebra los fines de años junto a varios de ellos, los carga exaltado en las competencias, se esmera en cuidados cuando se enferman.
Los ojos se le tornan más verdes cuando menciona los resultados de sus alumnos en dos Juegos paralímpicos, tres Parapanamericanos, dos campeonatos mundiales, dos copas del mundo y dos torneos de Las Américas, eventos en los que han ganado en conjunto 11 medallas de oro, 18 de plata y seis de bronce.
También habla con orgullo de los nueve campeonatos nacionales consecutivos que ha conquistado Granma –en los él ha sido el preparador líder- y se refiere a la cantera de jóvenes de ambos sexos que ha ido logrando forjar junto a los entrenadores de base. Pero, como él dice, el mayor trofeo es sentir el cariño de sus muchachos, “que confíen plenamente en mí”.
“Todos los profesores debemos esforzarnos para atender y entender nuestros atletas; cuando se trata de personas con limitaciones físicas el reto se multiplica. En mi caso he tenido que aprender sobre las afecciones de cada uno para poder orientar los entrenamientos sin complicar su estado de salud. He tenido que saber de su mundo personal para poderlos ayudar en todo lo que pueda”, explica este máster en Cultura Física, que prepara ya prepara su tesis doctoral.
Él ha formado junto a los atletas una gran familia, que también integran el médico Jorge Calante Hernández, el fisioterapeuta Rogelio Ávila Blanco y la psicóloga Madelín González Figueredo, quienes laboran en equipo desde hace seis años.
En tiempos de COVID-19, Guaso sigue entrenando a los suyos en el modesto gimnasio cercano al estadio bayamés Mártires de Barbados. En ese local hay numerosas inventivas para que la halterofilia y otras disciplinas puedan continuar con vida en medio de conocidas limitaciones.
Ahora mismo Ramón Martínez prepara a cuatro atletas: Leidy Rodríguez Rodríguez (Granma), Oníger de Jesús Drake Vega, Danilo Rodríguez García (ambos de Matanzas) y César Rubio Guerra (Villa Clara). Los dos primeros están clasificados para la cita paralímpica de Tokio y los otros dos (lugares 11 y 12 del ranking mundial, respectivamente) pudieran clasificarse en mayo, en la copa del mundo con sede en Georgia.
“Mi sueño es lograr una medalla en Juegos paralímpicos, estuvimos muy cerca en 2016 en Río de Janeiro, aunque no se pudo. El nivel esta disciplina ha crecido mucho y eso nos lleva a aumentar nuestras exigencias”, reconoce.
Padre de cuatro hijos, enamorado de la vida, el deporte y la broma y “otras cosas”, Guaso es de los que ha ayudado a levantar la pasión por las pesas; por eso y más merece que todos levantemos su historia.
Muchas felicidades para mi padre que solo los q estamos cerca sabemos el sacrificio que él hace para mantener resultados
Mi admiracion para ti padre querido yo soy testigo de tu entrega a tu trabajo y esmero por tus atletas alcansaras esa medalla anelada porq te la mereces .Suerte en todo lo que te propongas tu y los muchachos cuentan con el apollo de quienes te queremos y deseamos lo mejor para ti y los tuyos …