Incontables particularidades distinguen a Juan Francisco Sariol Carrión: promotor literario por excelencia, santiaguero de nacimiento y manzanillero por residencia, desde 1911.
En la ciudad que lo acogió como a uno de sus hijos, impulsó las artes gráficas con su imprenta El Arte, fundada en 1912. Junto a otros escritores del terruño, creó la revista Orto, la biblioteca Martí y, el 27 de enero de 1926, generó la cena y vigilia martianas, y el Grupo Literario.
Fue, además, un importantísimo mecenas de la cultura literaria, que hizo para muchos, lo que jamás concibió para él.
LA VIDA
Sariol, como le conocían, nació en San Luis, Santiago de Cuba, el 13 de junio de 1888. Desde joven se vinculó al oficio de los linotipos y a la tinta de imprenta: Trabajó como cajero en el periódico santiaguero La Defensa y, con el paso del tiempo, en otras instituciones en las que dejó marcadas huellas.
Por situaciones económicas, viajó a La Habana; no obstante, el resultado de sus esfuerzos no fue el esperado, por lo que retornó a su ciudad natal y de ahí a Manzanillo.
Asumió bajo su responsabilidad la imprenta El Arte y, en 1912, por empeño personal, vio la luz la revista Orto, publicación que vivió durante 45 años, desde el primer número, el 7 de enero de 1912, hasta el último, diciembre de 1957.
Se desempeñó como escritor y editor de libros de poesía, como Zumo (1935) y Juguetería de Ensueño (1966). Poseía, además, pleno dominio de las técnicas narrativas. Destaca entre sus cuentos: La muerte de Weyler y Barrabás, libros en los que denunció al régimen explotador y a la burguesía asentada en nuestro país.
Otros cuentos son La Infiel, El caso de mi amigo Anselmo, La Victoria de un hombre, El hijo, El camarada Eguilión, El señorito de sangre azul, Un gesto…
Sus escritos, de adecuada factura, incluyen un lenguaje popular, enriquecido de lirismo innegable: “No ignoro que el momento no es de soñar, que la responsabilidad del escritor es aprovechar todas las ocasiones para manifestarse con el verbo inflamado por la consigna liberadora, y que el alma de Martí debe estar inquieta rondando en torno de los llamados a mantener vivo el fuego de las antorchas”.
Mediante su labor como editor y dueño de imprenta,aparecieron valiosos textos literarios y de otros temas; además de difundir la obra de importantes escritores: José Manuel Poveda, Regino Botti, Navarro Luna, Luis Felipe Rodríguez, Alberto Aza Montero… cuya bibliografía circuló en el país y más allá de nuestras fronteras.
DISTINCIONES
Por su prestigio social y literario recibió, en 1941, la Medalla de Oriente y el título de Hijo Adoptivo, otorgado por las alcaldías de Manzanillo y Santiago de Cuba.
EL FINAL
El triunfo de la Revolución lo sorprende radicado, definitivamente, en La Habana, donde se jubiló, entregó su imprenta El arte al Gobierno y se dedicó a escribir su último libro.
Falleció el 10 de agosto de 1968, a los 80 años de edad, ocasión en la que se materializó el epitafio escrito en 1935:
Cuando yo muera, que morir tengo algún día/, no guardaré mi nombre bajo la tierra fría/ Mi nombre brillará cual no ha brillado/ en los ásperos días que he vivido/ Que así sucede, que vivimos muertos/ en el duro bregar de un idealismo; / y al fenecer nacemos para muertos vivir en nuestras muertes/ como en vida lo hubiéramos querido.