
El pasado 19 de septiembre fue publicada, en la Gaceta Oficial Ordinaria número 77, la Resolución 106 del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), que marcó el inicio oficial de la inserción progresiva de Cuba en los llamados mercados de carbono.
Con la finalidad de ofrecer a los lectores más información sobre los propósitos que avalaron adoptar esa decisión, los beneficios esperados para el país y otros detalles de interés vinculados al tema, Granma conversó con el doctor Armando Rodríguez Batista, titular del Citma.
«Los mercados de carbono constituyen un mecanismo de cooperación internacional surgido bajo el artículo 6 del Acuerdo de París, regulado por la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático.
«En esencia, se trata de un sistema que permite a los países trabajar unidos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (gei), y combatir el cambio climático global de una manera más eficiente y costo-efectiva, creando incentivos económicos que estimulen la adopción de acciones enfocadas en alcanzar los objetivos enunciados. Así, por ejemplo, se promueve la inversión en proyectos limpios, como energías renovables o reforestación.
«Surgieron en el marco de las negociaciones climáticas desde la adopción del Protocolo de Kioto, aprobado en 1997 y en vigor desde 2005. Tuvieron ciclos de desarrollo y estancamiento, conforme a la evolución de las negociaciones internacionales. El Acuerdo de París, adoptado en 2015, los retomó y respalda hoy con el compromiso de casi 200 países. Por el momento, se rigen por los acuerdos alcanzados el pasado año en la cop 29, efectuada en Bakú».
–¿Por qué la incorporación de Cuba ahora?
–Cuba cuenta en la actualidad con un sólido marco constitucional y regulatorio ambiental, junto a políticas climáticas bien definidas, que estimula la inserción a este tipo de mecanismo financiero. Igualmente, dispone de recursos naturales conservados que proporcionan importantes oportunidades de cooperación bajo el artículo 6.
«Imposible no mencionar que los recursos humanos formados por el país en materia de investigación, gestión y negociación en temas ambientales, nos permiten abordar estos complejos mecanismos con conocimiento, institucionalidad y pleno compromiso con la política ambiental de la Revolución.
«Hoy cumplimos con los requisitos internacionales exigidos para participar en los mercados de carbono, somos parte de la Convención Marco y signatarios del Acuerdo de París.
«La decisión de insertarnos fue valorada a partir del progreso en las negociaciones internacionales, cuyos resultados fueron considerados transparentes y políticamente adecuados, más allá de que el tema todavía concita grandes discusiones, que continuarán en el tiempo.
«Responde, asimismo, a la necesidad de honrar los compromisos climáticos de Cuba ante la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, y contribuir a reducir las emisiones globales de gei.
«También permitirá acceder a tecnologías y recursos financieros en función de la restauración y conservación de los recursos naturales y el medio ambiente, y mejorar la calidad de vida de la sociedad cubana».
–¿Cuáles son los sectores con mayores posibilidades de inserción?
–En la estrategia nacional de inserción en el mercado de carbono aparecen identificadas distintas áreas con promisorias perspectivas. «Son ellas la energía, sobre todo en lo referido a la transición hacia fuentes renovables; la industria, en particular lo relacionado con la descontaminación; el tratamiento de residuales sólidos a partir del reciclaje, y la rama agroforestal, que incluye los bosques y los ecosistemas sumideros de carbono.
«Recientemente, se hizo pública la creación de la Unidad Técnica para las Actividades del Mercado de Carbono, la cual radicará en el Centro de Información y Desarrollo de la Energía.
«Para poner un ejemplo específico, resulta oportuno mencionar las potencialidades que encierra el sector agroforestal para incrementar la reducción de emisiones de gei y la remoción de carbono, con sistemas productivos agroforestales más eficientes.
«La restauración de bosques, la eficiencia en el uso de recursos, la optimización de sistemas productivos y el reciclaje de residuales son actividades con promisorias perspectivas para desarrollarse dentro de este mecanismo. Ello implicaría asegurar los recursos financieros y tecnológicos que permitan incrementar la cobertura boscosa, la recuperación de ecosistemas dañados, el incremento de la producción de recursos exportables y de consumo nacional, así como mejorar las condiciones de vida en comunidades rurales aisladas.
«Una pregunta frecuente que se nos hace consiste en qué motiva a una empresa extranjera a invertir en la disminución de los gei, en un país en vías de desarrollo. En primer lugar, el efecto de una tonelada de carbono emitida a la atmósfera es el mismo en cualquier lugar del mundo.
«Pero el precio de hacerlo en uno de menor desarrollo es inferior al que le costaría en un país industrializado; por eso no pocas naciones con esa condición prefieren financiar proyectos climáticos y ambientales fuera de sus fronteras, y al lograr bajar las emisiones en esos lugares, cumplen sus compromisos particulares de reducción.
«La ejecución de los proyectos transita por varias fases, desde la concepción y diseño, hasta la presentación y la evaluación ante las autoridades nacionales pertinentes, la validación, la auditoría externa, el registro, la implementación, el monitoreo, el reporte y la verificación.
«Constituye un proceso sumamente riguroso, sujeto a verificaciones acordes con los estándares internacionales establecidos. Necesariamente, toma un tiempo entre el inicio de las negociaciones y que se generen los créditos de reducción que pueden ser convertidos en recursos financieros».
El mercado de carbono y la Tarea Vida impulsan la adaptación al cambio climático, tenemos el conocimiento y la voluntad política del Estado cubano para trabajar en esa dirección, y aprovechar sus beneficios en favor del desarrollo sostenible de la nación, recalcó el doctor Armando Rodríguez.