Nunca he pretendido ser héroe

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Por Yelandi Milanés Guardia | 23 diciembre, 2020 |
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FOTO Rafael Martínez Arias

René Nogueras Castillo desde pequeño era tan atrevido y osado, que con tan solo 15 años lo incorporan a la lucha clandestina, en el mes de abril de 1957, bajo las órdenes de Luis Castillo, quien posteriormente traicionó al proceso revolucionario.

Entre las misiones cumplidas en la ciudad de Bayamo estuvieron sabotajes, afectaciones al tendido eléctrico, la ocultación de heridos y enfermos, además de guiar a varios compañeros que se dirigían a la Sierra Maestra con el propósito de incorporarse al Ejército Rebelde.

Lamentablemente después que asesinaron a su hermano Rubén Nogueras Castillo, el 21 de octubre de 1957, la tiranía batistiana desató una feroz persecución detrás del protagonista de estas líneas, y rápidamente  se incorporó a las tropas de Orlando Lara Batista, quien en agosto de 1957 estableció por su cuenta el primer campamento rebelde en el llano, en la zona de Cauto del Paso, Rio Cauto, desde donde cumplió importantes misiones orientadas por Fidel.

Luego esas fuerzas conformarían junto con otros pelotones la Columna 14 Juan Manuel Márquez, al mando de Lara Batista, también conocido como el león del llano.

Nogueras Castillo afirma haber realizado múltiples acciones por estos lares. Además de ello, en dos ocasiones subió a la Sierra Maestra a llevar mensajes, y en otras ascendió al macizo montañoso a transportar presos de la tiranía.

“Aunque cumplí varias encomiendas, mi principal tarea como integrante de la referida columna era evitar que los batistianos entraran en esta zona, y fuimos tan eficaces que logramos que nos temieran y no cometieran abusos contra la población de estos territorios.

“Una misión importante realizada en estos contornos, fue cuando hicimos una limpieza para facilitar el paso de Camilo y su Columna número 2 Antonio Maceo.

“Esa fue una de las experiencias que más me marcó, pues ver la tropa del Señor de la Vanguardia cuando iba rumbo a occidente me impactó mucho, porque al ver aquellos experimentados, con uniformes y equipamiento que a veces nosotros no teníamos, eso te llama tanto la atención que hasta quieres unirte a ellos”.

En su vida como guerrillero el combate más importante fue el de Buenaventura, en la actual provincia de Holguín, en los días finales de diciembre de 1958.

“Allí atacamos un cuartel y te confieso que sentí miedo, que es algo muy difícil de describir: te da frio, calor y tú no sabes a veces que hacer, pero en el tiro a tiro y mientras va pasando el combate vas perdiéndolo. Felizmente me sobrepuse y combatí.

“Nunca he pretendido ser héroe ni resaltar entre los demás, pero siempre he estado apegado a la Revolución y defendiéndola en todos los terrenos, porque en la Columna a la que pertenecí me nació el amor y la conciencia revolucionaria”.

Luego del Triunfo de la Revolución partió hacia La Habana con el objetivo de hacerse artillero. Posteriormente combatió a los bandidos en El Escambray, bajo las órdenes del comandante Manuel Piti Fajardo Rivero, y –seguidamente- conformó las huestes que se dedicaron a la captura de Manuel Beatón, el asesino del comandante Cristino Naranjo Vázquez.

Años más tarde (1963-1964) cumpliría misión internacionalista en Argelia, preparando y asesorando las fuerzas que rechazaban la invasión marroquí.

Con tan buena hoja de servicios a la Patria, que se enriqueció con su aporte a la sociedad desde distintos puestos de trabajos, vale la pena preguntarse si reconocer y enfrentar cara a cara el miedo, además de arriesgar su vida en varias ocasiones en pro del bienestar de los demás, no son méritos dignos de un héroe.

Sobre todo cuando otros -en su caso- hubieran abandonado el combate diario y fecundo, que labra con cinceles de valentía, la figura de los hombres que desafían a la muerte y aunque no lo quieran, conquistan inevitablemente las cumbres de la heroicidad.

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