El más reciente 14 de febrero, al anochecer, una alta concentración de público y vehículos de toda índole poblaban las áreas del Ferrocarril, en Bayamo.
Era la despedida de jóvenes preuniversitarios, que aguardaban un tren, que los llevaría a la capital para cumplir con su Servicio Militar, el “verde”, como ellos mismos decían.
De improviso, dos chicos no uniformados en una sola “chiva” y a todo trapo se enredaron con una joven que conducía una bicicleta pequeña…, para desenmarañar aquel nudo costó Dios y ayuda.
Obviamente, no faltaron las blasfemias y reproches hasta para quienes se acercaron a ayudar, pero ¿de quién fue la culpa?, eso no lo llegaron a dilucidar allí.
Pero claro que hay pecado: el manejar de manera temeraria y la prisa, sí esa misma celeridad que pretende violar las leyes de la ciencia.
¿Quién no ha comprobado “personalmente y en persona”, al decir de Lindoro Incapaz, que dos cuerpos no pueden ocupar simultáneamente el mismo lugar en el espacio desde el propio hogar, el círculo infantil o la casita de “cuido”, como ahora las llaman?
Sí, esa misma prisa maleducada que no puede esperar ordenadamente a que pase el que va delante en la cola del pan o los mandados o del chofer, que no aguanta unos segundos a que un peatón, ciclo o móvil en general, puedan adelantar para poder hacerlo él,
Esa misma que nos impele a cruzar la vía casi sin percatarnos de que somos sus usuarios y no matadores al estilo de Dominguín o Palomo Linares, ¡el tráfico no puede ser toreado! aprendamos la lección de una buena vez.
Esa misma velocidad que hace a los conductores robar la senda a los ciclistas andantes o por arrancar, no importa si están delante en su misma senda, o en la contraria y se lanzan al ruedo vehicular a lo loco, violación culpable de tantas colisiones y daños personales y materiales en general.
¿Adónde fue el conocido slogan vale más perder un minuto en la vida que la vida en un minuto?
Replantémonos eso.
Nunca olvidemos que salvo cuando hay preñez, embarazo, dos cuerpos no pueden ocupar al mismo tiempo el mismo lugar en el espacio. Eso es Física pura y puede salvar vidas.
Visualicemos dos autos chocando, tras el impacto sus partes terminan destrozadas porque no logran traspasarse debido a la resistencia de los materiales con los que están construidos. La destrucción se da por la fuerza brutal que ejerce el impacto o la velocidad con la que se desplazaba el automotor.
Pero los autos no se conducen solos, hasta el presente los hacen las personas y siempre la vida humana debe ser preservada.