Un conocido aconsejó a este comentarista no meterse tanto con los americanos y centrarse en problemas e insuficiencias domésticas.
“Bueno, si lees mis comentarios verás como abordo los problemas de nuestra cotidianidad… soy de izquierda rojo, rojo…Lo hago, además, porque conozco el paño desde los albores de esa nación y sé cómo operan, puedo, por tanto, ejemplificar ampliamente y lo haré desde un hombre que fue pilar de lo que él mismo llamó el mundo libre”.
Allen Dulles exdirector de la CIA de 1953 a 1961 recogía sus oscuras experiencias en el libro El arte de la inteligencia y, claro, las socializó entre sus aliados, primero a la sombra y después a gritos, de modo amplificado.
El libro usado para pulverizar políticamente a la entonces Unión Soviética mostraba el modus operandi que hoy fustiga (con sus variantes) a las naciones que Washington mira con malos ojos.
Es el clásico tema de revolver el fondo del rio para ganancia de pecadores, perdón, pescadores.
Y si no juzgue el lector este pasaje: “Estados Unidos posee el 50 por ciento de la riqueza del mundo, pero solo el seis por ciento de su población… La auténtica tarea consiste en mantener esta posición de disparidad sin detrimento de nuestra seguridad nacional”.
Claro eso lo defienden con uñas, dientes y bombas incluso con la atómica.
¿Qué han hecho desde que vieron a la URSS como amenaza a su hegemonismo? Caotizar en blanco y negro y a hurtadillas, sustituir valores autóctonos por otros falsos, fomentar mediante personeros (o artistas como les llaman) cualquier tipo de inmoralidad.
Y aprecie el lector cuanto descaro por parte de Dulles: “Gracias a su diversificado sistema propagandístico, Estados Unidos debe imponerle su visión, estilo de vida e intereses particulares al resto del mundo (…) a los dirigentes de los países que se nos opongan los situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarles, desacreditarles y señalarles como desechos de la sociedad.
El colofón no tiene desperdicio… según expresa Dulles: “Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos y pervertiremos.
El objetivo final de la estrategia a escala planetaria, es derrotar en el terreno de la idea las alternativas a nuestro dominio…
“Mediante el deslumbramiento y la persuasión, la manipulación del inconsciente, la usurpación del imaginario colectivo y la recolonización de las utopías redentoras y libertarias… y añade como estocada final: “Lograr un producto paradójico e inquietante: que las víctimas lleguen a comprender y compartir la lógica de sus verdugos. (En este caso los dirigentes estadounidenses).
¿Hay que luchar por desenmascarar a pensadores así? Sin duda.