Llegó a la cola con cara de desolación, vaya, como alma en pena. Dijo tener carnet de impedido y aunque no lo llevaba consigo, para rematar las dudas cojeaba de vez en cuando. Aquel montaje surtió efecto y la dejaron comprar. Minutos después dejó caer su teatro: desapareció la cojera y se embaló en su bicicleta con el mayor cinismo, burlando toda solidaridad.
Como dijera la cantante cubana Osdalgia Lesmes: ‘Teatro, lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro’.
Muchos recurren a actuaciones cuasi teatrales para sacar ventajas involucrando en ello a personas en situación de discapacidad, o haciéndose pasar por estas amparados en los favores de la Carta Circular No. 11/2000 del Ministerio del Comercio Interior (Mincin), que confiere prioridad para acceder a los establecimientos vitales para la cobertura de sus necesidades
En Granma tales beneficios tienen un mayor alcance a raíz de la promulgación por el Gobernador, de la Resolución 62/2021, tocante a las atenciones y prioridades de las personas en situación de discapacidad en lugares donde se hacen cola, y que comprenden entidades o empresas donde se preste cualquier servicio vinculado o no a la alimentación, así como durante el acceso a trámites públicos y otras actividades.
En ambos casos, los derechos que se confieren no debieran ser usados para sacar provecho pero muchas condicionantes gravitan entorno a las personas en situación de discapacidad, mayormente la baja solvencia económica, situación que aprovechan algunos habilidosos mejor remunerados para sacar ventajas como las de adquirir turnos, pagarles para que les compren, mientras otros más osados “ponen la cara” y simulan alguna discapacidad.
Tales contextos obligan a exigir la presentación del carnet, aunque algunos de sus protagonistas dada la evidente limitación no necesitan probarla, pero ya ve usted, hay otros que las ingenian en el aire y montan su simulacro.
Poner coto a la prostitución del carnet de discapacitados, implica un trabajo de todos, vecinos, administradores, dependientes, organizaciones facultadas para otorgarlo, y organismos capacitados para aplicar lo dispuesto en cuanto decreto se ha aprobado.
Todos tenemos una cuota de responsabilidad en impedir que estos burdos teatros, proliferen y enraícen en nuestra sociedad, en aras de que las verdaderas personas en situación de discapacidad gocen de sus derechos, y no sean tomados como pedestal.