Repensemos los valores

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Por Sara Sariol Sosa | 29 julio, 2022 |
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No pocos coincidimos un día, cuando la muerte acechaba a todos, y hacía pedidos sin discriminación alguna, que la pandemia había irrumpido para recordarnos de la manera más cruel, que la vida puede escaparse en segundos, sin que el color, la edad, la disponibilidad de recursos, la apariencia …, tengan determinación sobre esa realidad.

Entonces, al menos en ese momento exacto de luto y tristeza, sentimos que lo espiritual, la vida misma en sí es, para no ser absolutos, lo más importante.  Lo asumimos al ver partir, sin poder si quisiera despedirlos, a hombres y mujeres, niños y jóvenes, ancianos, embarazadas, personas cercanas y otras no tanto pero cuyo camino a la eternidad igual nos dolió en lo más profundo del alma.

Entonces creímos que habíamos aprendido aquella cruenta lección, y que esta nos volvería más humanos, más desprendidos, más solidarios, más compartidores, pero lamentablemente no ha sido exactamente así.

Puede que esta haya sido una de las etapas más complicadas a las que nos hemos enfrentado a lo largo de la historia, por una pandemia que todavía no hemos superado, con sus respectivas consecuencias sobre la salud de las personas y la sociedad, que ha causado un tremendo impacto imposible de prever sobre la economía y el mercado, pero también sobre las relaciones humanas, los ánimos y la motivación.

¿Nos hemos desvalorizado? ¿Por qué, si la maldita pandemia vino a que pusiéramos los pies más firmes sobre la tierra, y a rectificar que, si antes decíamos, cuando se muere uno solo va con la ropa que lleva puesta, pues con la pandemia, ni eso?

Entonces como es posible entender que muchos se empeñen en lucrar con las necesidades de sus semejantes,  presten servicios o revendan a precios exorbitantes, sin importarles los apremios y limitados recursos de los demás.

En momentos de crisis como estos, que ha puesto en jaque la estabilidad de las empresas y de los profesionales, actuar con los valores marca la diferencia, y es precisamente en situaciones como esta, en las más críticas, cuando más imprescindible resulta delimitar la frontera entre lo que es realmente importante y vital, y lo que resulta puramente accesorio y especulativo.

En una cosa deberíamos enfocarnos, y es que, como otros coinciden, el momento en que afloran las verdaderas necesidades, es la ocasión perfecta para redefinir tus valores. Si no lo hacemos por ambición personal, por especulación, por querer que nos sobre, aunque a muchos, un día lo lamentaremos.

La solidaridad, la empatía (que es saber ponerse en el lugar del otro), el optimismo, la perseverancia y la superación, y la resiliencia, esa capacidad para adaptarse a situaciones difíciles, recuperarse y salir reforzados, es y será siempre lo más necesario e importante.

Quienes, desde cualquier posición, ya sea en la dirección de una actividad, o frente a un servicio demandado, o quienes sencillamente solo se ocupan de adquirir productos que les son accesibles para desbancar los bolsillos de quienes los necesitan, pero no los tienen, los que no son capaces de abrirse a la creación y a la generación de ideas de utilidad colectiva, son más temibles que cualquier enemigo.

La vida siempre justiciera, se encargará entonces de colocar a cada cual en su justo lugar.