
“Recuerdo aquel 15 de enero de 1993. Ese día subí por vez primera a la TV Serrana. Visualmente todo era nuevo para mí: el camino intrincado de difícil acceso, las montañas, el verdor de la vegetación y sus enredaderas, el río que, según cuentan, heredó su nombre de un cacique de la región de nombre Yao , líder aborigen de la zona.
“Nada escapaba a mi vista: las típicas casas, la esencia campesina, sus raíces y la naciente institución cultural donde residíamos, cuya aparición transformó la comunidad
“Atrás quedaba Bayamo con sus coches, los amigos de la infancia, el diploma de Técnico Medio en Electrónica, la convocatoria, la prueba de cultura general y los cursos iniciales en Holguín, Villa Clara.
“En principio ninguno teníamos experiencia sobre el trabajo cinematográfico comunitario y yo estaba muy lejos como Técnico en Video Tape, por eso llegaron varios profesores del medio, para continuar el entrenamiento en cámaras. Permanecía mucho tiempo junto a ellos y poco a poco fui adentrándome en el lenguaje fotográfico.
“Por cuestiones de la vida, uno de los camarógrafos abandonó el proyecto, solicité a Daniel, el director, la posibilidad de trabajar como camarógrafo, aceptó y comencé en esas funciones.
“Mi debut en la especialidad tuvo un matiz trágico, por esos días un ciclón azotó el poblado y un vecino, tratando de alejarse de las aguas escaló a un árbol, inesperadamente cayó y, golpeado, quedó aislado al otro lado del río.
“La crecida anunciaba inminente peligro para su vida, por una parte se activó el equipo rescate y salvamento y nosotros el de filmación. Un helicóptero procedente de Holguín venía a rescatarlo, nada escapó a la cámara de aquella escena. Luego supimos que aquel hombre no logró sobreponerse.
“A la TVS agradezco la Licenciatura en Dirección de fotografía del ISA, la posibilidad de soñar y crear a la vez, de atrapar las montañas con una lente, el honor de haber trabajado allí, compartir siete años de mi juventud con amigos de la zona, de ellos los tres más intensos del período especial.
“Desde lo más intrincado de la Sierra Maestra salvaguardamos su patrimonio, la familiaridad y el entusiasmo campesinos por sentirse parte de la televisora, y protagonizamos el multioficio solidario.
“Muchos fueron los tropiezos vividos e innumerables las alternativas para resolverlos, si los editores se levantaban a las dos de la mañana, porque a esa hora llegaba la corriente eléctrica, todos estábamos de pie, para apoyar el proceso de realización.
“Los apagones extendidos por la crisis económica, en los años iniciales de los 90, generó que el tema conversacional siempre fuera uno solo: cómo hacer mejor televisión. El lenguaje televisivo era una constante entre los documentalistas, orgullosos de vivir en el sistema montañoso más alto de Cuba, muy cerca de las estrellas”.