Orlando y su eterna pasión

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Por Leonardo Leyva Paneque | 19 octubre, 2024 |
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Nunca sale a buscar méritos personales ni reconocimientos en público; por el contrario, ha preferido mantenerse casi en el anonimato.

Solo quienes lo conocen a plenitud saben de su entrega incondicional, de que ama lo que hace, una máxima en sus casi 80 años de existencia (los cumplirá el 13 de febrero de 2025).

Orlando Estrada Maceo sufre cada derrota en “carne propia”, pero también disfruta cada triunfo de los suyos, desde que comenzó a seguir el deporte, cuando apenas era un adolescente en su natal Bayamo.

“Ha sido mi vida”, asegura sin titubeos, antes de sacar un montón de anécdotas y remontarse a su niñez: “Mi hermano Juan Estrada Sevilla (El zurdo Estrada) era pelotero; lo seguía donde quiera y, así, comenzó mi inclinación por la pelota y el deporte.

“Junto a un grupo de muchachos, creamos una comisión de embullo y alquilábamos un camión para ir detrás de los conjuntos”, comenta.

“Se jugaba un campeonato aficionado con cuatro equipos: La elegante, El horno, La gauchada y Los cabilleros de Pedro Ávila Vigoa, con peloteros muy buenos”, repasa.

De aquella época recuerda a figuras que incursionaron en ligas profesionales, como Romárico Soto y Freddy de Souza, y a otros que llegaron -luego- al béisbol revolucionario, como Ernesto Verdecia, fundador de las series nacionales, Rafael “Papalote” Ramos y Ramón Hechavarría.

“Tampoco se me olvida uno de los jonrones más largos que dio de Souza, en el parque Jesús Feliú Leyva, de Holguín. Nunca supimos dónde cayó la pelota”, rememora, al igual que la campaña para levantar un estadio en Bayamo, hoy, el Mártires de Barbados.

LAS PEÑAS DEPORTIVAS

“Aquí, en el parquecito Juan Clemente Zenea (a pocos metros de su casa), también se jugaba dama, ajedrez, dominó…”, revela, sobre uno de los sitios donde con mayor fuerza se discutía de pelota.

Llegaban muchos simpatizantes, que -sin darse cuenta- comenzaban a darle forma a una peña deportiva, que con el tiempo se convirtió en espacio obligado para los amantes del deporte en la zona.

“Al jubilarme en la Empresa de Cultivos Varios Cautillo, me dedico por completo a las peñas deportivas, junto a Mario Menéndez. Entonces, ya se había creado ese movimiento en el país”, del cual funge como presidente provincial.

“Fue tal el auge aquí, que Granma disputó por muchos años el primer lugar con Holguín”, expone, y evoca con nostalgia todo lo que generaba a su alrededor: “Hubo más de 100 equipos de softbol en la provincia; había tremendo movimiento”, afirma.

“Hoy, existen 130 peñas deportivas en Granma, incluyendo tres integradas por personas en situación de discapacidad”, agrega, antes de destacar las de referencia nacional, Juan Clemente Zenea y Alberto “Lico” Báez (Jiguaní), entre otras con un meritorio quehacer.

Se detiene en la de Los caminantes, que aspira a la condición de Vanguardia nacional: “Han dado tremendo apoyo a los Alazanes en las últimas series nacionales; y se conoce en todo el país”.

Las peñas trascienden su misión inicial: “Hemos ayudado en el rescate y reparación de instalaciones deportivas con trabajos voluntarios. A raíz de la Covid-19, decaímos y es entendible, pero ya nos hemos recuperado; y contar con más de dos mil 800 peñistas ya es un logro”, asegura.

Sin embargo, ya se le torna casi imposible viajar a los municipios: “Con la colaboración de la Dirección provincial de deportes nos sumábamos a los recorridos y eso ayudó en nuestro trabajo”.

De todas formas, se resiste a mantenerse al margen de cuánto sucede en el deporte granmense: “Seguiremos apoyando al béisbol, el softbol, el fútbol, el boxeo, incluso, a los Juegos Escolares Nacionales”.

También sueña con otra corona de los Alazanes: “Ojalá en los años que me quedan, pueda disfrutar otro alegrón, calidad tienen para regresar a la cima de la pelota cubana”.

Ni con el enorme peso que ya siente por los años, Orlando ha pensado en el retiro. Solo quiere ver triunfar al deporte granmense y a sus atletas, tanto dentro como fuera del archipiélago.

De hecho, esa pasión lo regocija más que cualquier lauro, incluso que el Premio por la obra de la vida –que recibió hace casi un año- por su aporte incuestionable al movimiento deportivo de la provincia.

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