#PeriódicoLaDemajagua45: Una experiencia grabada en el alma

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Por Nathali Rodríguez Moreno (Estudiante de Periodismo) | 12 octubre, 2022 |
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FOTO Nathali Rodríguez Moreno

Fidel Fuentes Fabat, abrió la puerta de su casa y de su memoria, e hizo un viaje en el tiempo para que, entre risas, supiera de su labor como fotograbador, con la cual se incluyó entre los fundadores del periódico La Demajagua.

Filly, cómo cariñosamente le llaman los conocidos, viajó desde Santiago de Cuba, su tierra natal, para brindar sus conocimientos en el fotograbado, por petición de su gran amigo José Fernández Vega, Pepito, quien fuera primer director del medio.

A pesar de no poseer comodidades, solo un colchón en un albergue y comida de comedor, no lo pensó dos veces, “pues me necesitaban, y para mí eso era lo único que contaba”.

Cuando le preguntamos por la primera impresión, no pudo disimular la sonrisa, dibujada en los labios cubiertos por pequeños vellos canosos. “Vine a probar suerte y conocer un nuevo ambiente para mí, al instante me sentí cómodo y la actitud que asumieron mis compañeros me agradó desde el primer momento.

“Por aquellos años, como es de suponerse, no existían las facilidades ni los avances que se disfrutan hoy, pero era un gusto trabajar con las grandes rotativas y las impresiones con plomo, entre otros muchos instrumentos pesados, y fui muy quisquilloso con mis fotografías, miraba por todos los ángulos hasta encontrar la mejor para ser publicada”.

Para Filly no todo era fácil y menos en aquellos años que tanto se dificultaba conseguir materiales y recursos para que el periódico saliera adelante en cada publicación, aunque más que un sacrificio se lo tomaba como reto personal para dar su mayor esfuerzo, sin dudas, porque amaba su trabajo.

Filly no deja de leer ni una edición de nuestro semanario. “Leo el periódico todos los sábados, me gusta ver cómo han crecido aquellos niños que vi llegar a las puertas de la redacción y hoy por hoy publican los mejores escritos”.

Fuentes Fabat no abandonará La Demajagua jamás, al menos eso aseguró al contar que sus últimos años laborales los había pasado en la puerta, recibiendo el personal que diariamente transitaban por delante de él: “Me jubilé porque me sentía cansado, pero ahora sé que no era cierto, solo flojeras de la edad – ríe-; estoy empezando a escribir, y si Dios y los achaques de la vejez me lo permiten puede que les guste y publiquen algunos de mis trabajos”.

Recuerda los años de labor como los mejores de su vida, guarda en su corazón cada momento feliz dentro de aquellas paredes, y agradece la oportunidad que se le brindó, de hacer una nueva vida en nuestro territorio.

Hoy, cuando se le pregunta de dónde es, sin dudas siempre brinda la misma respuesta: “Palmero de nacimiento y bayamés de corazón y alma”.

 

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