
La ausencia cada vez más notable, en las bodegas, del café de producción nacional responde, entre otras causas, a la disminución de los índices productivos del grano en las últimas campañas cafetaleras, con una contracción que se traduce en cosechas de menos de 10 000 toneladas al año.
Ante este complejo escenario, en Granma –una de las provincias que junto a Guantánamo, Santiago de Cuba y Holguín, conforman la franja montañosa en la que se obtiene más del 90 % de la producción de este cultivo en el país–, la Estación Experimental Agroforestal, ubicada en el municipio de Guisa, despliega una intensa labor para fomentar las cadenas productivas del café y otros cultivos, con énfasis en el mejoramiento genético y en la conservación del entorno.
Al respecto, Granma dialogó con el director de esa entidad, William Santos Chacón, quien destacó el papel que tienen la ciencia y la innovación en los programas para revitalizar y recuperar la producción cafetalera, sobre todo en ecosistemas de montaña, que es en el que crece el cultivo con mayor calidad.
La Estación Experimental ha desarrollado, durante años, una meritoria labor científica para el fomento del café. ¿Cuáles son los impactos productivos que han tenido?
Desde el año 2011, la Estación asume, dentro de su misión, la de proveer las bases científico-tecnológicas para el desarrollo de las cadenas agroforestales y dentro de ellas está el café, visto como un sistema agroforestal en condiciones de montaña en el cual se asocia con otros cultivos y árboles.
De esta manera se ha creado, dentro del cafetal, un agroecosistema que da valor agregado a la plantación y, por supuesto, la diversifica y tiene impacto en los frutales, el plátano, el ñame y otros cultivos que se pueden asociar al café.
Esta ha sido una de las tecnologías que hemos implantado y estamos generalizando con mayor énfasis para lograr una sostenibilidad en la producción cafetalera de Granma, especialmente en municipios del macizo montañoso como Guisa, Buey Arriba y Bartolomé Masó.
Se suman también otras tecnologías que se introdujeron, perfeccionaron y adaptaron mediante el proyecto de colaboración Cuba-Vietnam (en el periodo 2016-2020), con resultados importantes en áreas productivas en las que ha sido notable el incremento del rendimiento. En el caso del café robusta, de 0,19 toneladas por hectárea a más de una tonelada por hectárea; y en el arábico, de 0,18 y 0,20 toneladas a más de 0,50 toneladas por hectárea.
Estas tecnologías –que no solo se han aplicado en nuestras áreas experimentales, sino también en cooperativas, CPA, CCS, UBPC y con productores independientes– están relacionadas con la poda del descope, la apertura de huecos de altas dimensiones, la fertilización orgánica del café con la fertilización química, el manejo de plantaciones, el uso de bioproductos, de biofertilizantes y bioestimulantes, así como con el injerto en un cafetal que está envejeciendo, con yemas altas productoras de café, lo que puede dar café entre ocho y diez años más después del injerto.
De igual modo, hemos trabajado el manejo integrado de plagas y enfermedades que afectan al cultivo del café, y hoy tenemos todas las tecnologías descritas para hacer un manejo natural, orgánico y biológico de las principales plagas que afectan al grano, incluida la broca del café, que es la que más impacta de forma negativa en la producción cafetalera.
Basta con decir que, con las tecnologías que aplicamos, se pueden reducir los índices de infestación por debajo de un 3 %, lo que permite incrementar la calidad del café.
Entonces, ¿qué limita la extensión de las tecnologías y los resultados de sus investigaciones a mayores áreas?
Las causas que limitan la generalización y la introducción de tecnología en la actividad cafetalera en nuestra provincia, y creo que en casi toda Cuba, están relacionadas con la no consolidación del sistema de gestión de gobierno basado en ciencia e innovación.
Cuando nosotros tengamos en los territorios bien consolidada la estrategia de desarrollo municipal y local con todos los saberes que existen en cada una de las ramas agrícolas, y se haga una gestión de los problemas de la producción de estos rubros con la aplicación de ciencia e innovación, entonces contaremos con una herramienta muy eficaz para introducir y generalizar las tecnologías.
También hay que mencionar que nuestros empresarios aún no se sensibilizan del todo con la necesidad de aplicar resultados científicos probados, incluso en sus propias áreas y, por tanto, no se aprovechan estos, eficientemente, frente a la falta de recursos y limitaciones económicas que tiene hoy nuestro país.
Por supuesto que no se pueden obviar la falta de recursos, la escasez de combustible y de otros insumos inherentes a la actividad de agrotecnia del café, que también limitan la generalización de esos resultados.
No obstante esa realidad, ¿existe algún programa de desarrollo a corto o mediano plazo que, desde la ciencia, apoye la recuperación cafetalera en Granma?
Existe un programa que fue presentado a la máxima dirección del país hace alrededor de dos años, que se llama Desarrollo de una caficultura selectiva intensiva para mejorar el cultivo del café. Se basa, fundamentalmente, en hacer una selección de un grupo de productores de bases productivas que tienen un alto potencial, e introducir nueve tecnologías de las que te he mencionado para potenciar la producción de café.
Ese programa tiene, como objetivo principal, incrementar los niveles productivos, como promedio, en el caso del café robusta, por encima de una tonelada por hectárea, y en el arábico por encima de 0,5 toneladas por hectárea. Esos serían incrementos significativos, ya que ambos actualmente están por debajo de 0,2 toneladas por hectárea.
¿Cuáles serían los principales desafíos para fomentarlo?
Los desafíos son varios. Pero primero hay que seguir concientizando a productores, empresarios, y a las direcciones políticas de los territorios de la importancia que tiene la introducción de la ciencia e innovación en el cultivo del café.
También hay que buscar fuerza técnica calificada y tratar de detener el éxodo de la que existe en las áreas de producción de café, porque esa es la encargada de mantener y de darles sostenibilidad a las tecnologías para que se puedan extender.
Otro de los desafíos es seguir buscando financiamiento externo a través de la colaboración internacional y de negocios que se hagan para potenciar la entrada de recursos al país y, por supuesto, para el desarrollo y el cumplimiento del programa de la caficultura selectiva intensiva en Granma y en Cuba.