Cuando en 1833, el cólera irrumpió por primera vez en Cuba, provocó más de 30 mil defunciones, enlutando la población y dejando a su paso múltiples incógnitas, para en marzo de 1850 y, en octubre de 1867, retornar con su hálito de muerte.
El cólera es una enfermedad intestinal aguda y grave, causada por la ingestión de alimentos o agua contaminados con la bacteria Vibrio cholerae, como consecuencia del contacto directo o indirecto con heces o vómitos de personas infectadas.
Se trata de una dolencia que afecta exclusivamente a los seres humanos. Sus síntomas principales son diarreas repentinas, indoloras, acuosas, muy abundantes y frecuentes, acompañadas de vómitos. La infección puede extenderse con rapidez, provocar deshidratación severa y llevar al fallecimiento.
El período de incubación oscila entre las 12 horas y los cinco días, aunque los síntomas suelen aparecer de uno a tres días después de la exposición a la bacteria.
Por todo ello es primordial tener en cuenta siempre, que la vida del hombre depende de los factores ambientales como el aire y los alimentos, y deben estar en condiciones seguras, es decir, en equilibrio.
Prevenir es la “palabra mágica”, trabajar sobre las causas y no sobre las consecuencias. Un nuevo repunte de cólera está presente en Haití en estos momentos, y Granma es la cuarta provincia cubana que mayor número de viajeros expide a ese país, por tanto, se impone poner en práctica medidas higiénico-sanitarias para no permitir la entrada de la afección al territorio.
De acuerdo con información ofrecida por especialista del Centro provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, debe lograrse control higiénico-sanitario de los residuales humanos, especialmente los de índole fecal; manipular y consumir alimentos y agua de fuentes seguras, previo lavado y desinfección de las manos de los manipuladores, si utilizaron instalaciones sanitarias o tocaron dinero.
Para el consumo de las hortalizas regadas y fertilizadas, estas deben tener el certificado que las acredita como aptas para el consumo; igualmente requieren una certificación acreditativa de conformidad de captura y proceso, los ostiones, que se ingieren crudos, los mariscos y pescados, luego de haberse sometido a un tratamiento térmico superior a los 70 grados centígrados.
Por su parte, las bebidas efervescentes precisan ser preferentemente industriales y las que expenden los Trabajadores por Cuenta Propia (TPS), poseer actualizada la licencia sanitaria y garantizar la calidad de la materia prima, limpieza y desinfección de los equipos y utensilios, cumpliendo las reglas de inocuidad.
Mucha atención merece la compra de productos en la calle, como queso, que puede estar elaborado con leche contaminada con salmonela o brucela, y pescados, que pueden estar ciguatos. Además, la eliminación de excretas en áreas públicas y el cuidado del medio ambiente.
No hay mejor inspector que nosotros mismos, seamos vigilantes insomnes de nuestra salud y exijamos por alimentos y bebidas seguras, con la utilización de pinzas o espátulas para servir el producto, y que estos permanezcan tapados.