
Quienes transitan por la carretera Campechuela hacia Ceiba Hueca, en dirección hacia los poblados de la llamada costa, admiran con beneplácito campos sembrados de diferentes productos del agro, en especial grandes extensiones de tomate y cebolla.
Y es que la producción de alimentos constituye en estos tiempos un compromiso de todos, como lo manifiestan dos jóvenes campechuelenses que ven en el trabajo la única manera de echar pa^ lante en tiempos difíciles como los que vive el país actualmente.
Un municipio con más alimentos
Nuestra receta es trabajar la tierra, no tenerle miedo y hacerla producir para que nuestro municipio tenga más alimentos, manifiesta Rosel Lago Verdecia, jefe de la finca Frutales en lo que se conoce como el Litoral.

La conversación con este joven de 32 años nos acerca, palabra a palabra, a ejemplos de voluntad, entereza y compromiso de quienes hoy son y tienen en sus manos el futuro del país.
Vine a Campechuela desde Ciego de Ávila por que la mamá de mi padre vivía acá, y era menester que él la cuidara. Yo tenía en ese entonces catorce años. Vivíamos en Jiménez, cerca de Ojo de Agua.
Mi padre, Rafael Lago Batista, tenía estas tierras al 80 por ciento, adscriptas a la empresa pecuaria, y cuando me desmovilizo del SMG, no miré para atrás y las adquirí en usufructo en el 2020.
Yo era gastronómico, pero con amor a la tierra, así que puse en práctica lo aprendido de niño e hice producir todo esto, junto a i padre y un tío. Cuento con 22 hectáreas donde se cultiva yuca, boniato, pepinos, plátano, frijoles, tomate y cebolla, que es el renglón líder.
Tengo además aguacate, coco y mango, en el área de los frutales; y dispongo de dos yuntas de bueyes, 3 turbinas para los regadíos y una fuerza laboral de 14 trabajadores, cuyo salario diario está por encima de los 400 pesos.
También utilizamos formas de pago por ajustes de campo con los trabajadores, ejemplo cinco obreros se buscan más de 50 mil pesos en solo diez días.
Todo es esfuerzo y deseos de trabajar, si no tenemos energía eléctrica por el día y hay que regar la tierra, venimos de noche, a la hora que la pongan.
Este año quiero poner turbina de combustión, así como dos paneles solares, cuyo costo supera el millón de pesos cada uno. Además erigir una nave rústica para trescientas gallinas ponedoras.
Mis producciones se comercializan a través de la Empresa Pecuaria, y el Mercado El Tomate, y siempre se cumplen los compromisos con el municipio, a la vez que se hacen donaciones a instituciones hospitalarias y personas vulnerables.
En la Finca Frutales, en el Litoral, hay tres hectáreas sembrabas de cebolla, una de plátano, ocho de frutales, 2 de tomates, tres de maíz, dos de frijol y una y media de pepino. Se cuida la tierra, nuestros fertilizantes están en la materia orgánica y cada año se hacen rotaciones de los cultivos.
Alimentos en la mesa
Al cruzar a carretera, a mano izquierda, está la Finca La Isabela, unas 4.46 hectáreas de tierra dedicadas a cultivos varios, incluyendo hortalizas.
Las tengo desde el 2012, y trabajé duro para llevarlas hasta como están ahora, con altas producciones y que me han permitido ser Vanguardia nacional de la ANAP en el 2016, 17 y 18, así como que esté declarada como Agroecológica.
Vine del municipio de Pilón a estudiar en el politécnico Provisional Casero, donde me gradué de electricista industrial, pero me acogí a la Ley 259, pues soy de procedencia campesina asegura José Antonio Aguilar Fuentes.
Cuento con una turbina mediana, de Uno un cuarto, que mueve diez aspersores, hice algunas adaptaciones y ahí está de maravilla para el sistema de riego.
Como ve, tengo tomate, de las tres hectáreas, aún me queda una, y también cebolla, frijol, y como tenemos en cuenta los ciclos, este año quiero sembrar una de yuca y otra de maíz consumo.
El inicio del 2025 me fue favorable en la cosecha de frijol. Todos los años se aprende más, el tomate es el que más aguanta la sequía.
Comencé solo, pero de acuerdo al cultivo de ocasión contrato de dos a diez trabajadores, quienes cobran por encima de los 300 pesos las jornadas de cuatro horas.
Tributo mis cosechas al Mercado El Tomate y a la empresa agropecuaria, a la vez que realizo donaciones al Centro Mixto Antonio Rapado e instituciones hospitalarias.
Nunca incumplo con mis compromisos con el municipio, pero si tengo en la lista impagos de Acopio por más de 899 mil pesos, y medio millón que me deben Las Tunas, Villa Clara y Jiguaní.
Tanto Rosel como José Antonio son del criterio que si nos gusta la trabajar la tierra, siempre tendremos alimentos en nuestra mesa y en la de todos..