Producir alimentos: Un compromiso de todos

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Por Rodrigo Motas Tamayo | 26 marzo, 2025 |
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FOTO/ Rodrigo Motas

Quienes  transitan  por la carretera Campechuela hacia Ceiba Hueca, en dirección hacia los poblados de la llamada costa, admiran con beneplácito campos sembrados de diferentes productos del agro, en especial grandes extensiones de tomate y cebolla.


Y  es que la producción de alimentos constituye  en estos tiempos  un compromiso de todos, como lo manifiestan  dos  jóvenes campechuelenses  que  ven en el trabajo la única manera de echar pa^ lante en tiempos difíciles como los que vive el país actualmente.

Un municipio con más alimentos

Nuestra receta es trabajar la tierra, no tenerle miedo y hacerla producir para que nuestro municipio tenga más alimentos, manifiesta  Rosel Lago Verdecia, jefe de la finca Frutales en lo que se conoce  como el Litoral.

FOTO/ Rodrigo Motas

La conversación  con este  joven de 32  años nos acerca, palabra a palabra, a ejemplos de voluntad, entereza y compromiso de quienes hoy son y tienen en sus manos el futuro del país.

Vine  a Campechuela  desde Ciego de Ávila por que la mamá de mi padre vivía acá, y era menester que él la cuidara.  Yo tenía en ese entonces catorce años.  Vivíamos en Jiménez, cerca de Ojo de Agua.

Mi padre, Rafael Lago Batista,  tenía  estas tierras al 80 por ciento, adscriptas a la empresa pecuaria, y  cuando me desmovilizo  del SMG, no miré  para atrás y las adquirí en usufructo  en el 2020.

Yo era gastronómico, pero con amor a la tierra, así que puse en práctica  lo aprendido de niño  e hice producir todo esto, junto a i padre y un tío. Cuento con 22 hectáreas  donde se cultiva  yuca, boniato, pepinos, plátano, frijoles, tomate y cebolla, que es el renglón líder.

Tengo además aguacate, coco y mango, en el área de los frutales; y dispongo de dos yuntas de bueyes, 3 turbinas para los regadíos y  una fuerza  laboral  de 14  trabajadores, cuyo salario diario está  por encima de los 400 pesos.

También utilizamos   formas de pago  por ajustes de campo  con los trabajadores, ejemplo cinco obreros se buscan más de 50  mil pesos  en solo diez días.

Todo es esfuerzo y deseos de trabajar, si no tenemos energía eléctrica por el día y hay que regar la tierra, venimos de noche, a la hora que la pongan.

Este  año quiero  poner  turbina de combustión, así  como dos  paneles solares, cuyo  costo supera el millón de pesos cada uno. Además erigir  una nave  rústica  para  trescientas  gallinas ponedoras.

Mis producciones se comercializan  a través  de la Empresa Pecuaria, y el Mercado El Tomate,  y siempre se cumplen los compromisos con el municipio, a la vez que se hacen donaciones a instituciones hospitalarias y personas vulnerables.

En la Finca Frutales, en el Litoral, hay tres hectáreas sembrabas de cebolla, una de plátano, ocho de frutales, 2 de tomates, tres de maíz, dos de frijol y una y media de pepino. Se cuida la tierra, nuestros fertilizantes están en la materia orgánica y  cada año se  hacen rotaciones de los cultivos.

Alimentos en la mesa

Al cruzar a carretera, a mano izquierda,  está la Finca La Isabela, unas 4.46 hectáreas de tierra dedicadas a cultivos varios, incluyendo hortalizas.

Las tengo  desde el 2012, y  trabajé  duro  para  llevarlas hasta como están ahora, con altas  producciones  y que me han permitido  ser Vanguardia nacional de la ANAP en el 2016, 17 y 18, así como que esté declarada como Agroecológica.

Vine  del municipio de Pilón a estudiar en el politécnico Provisional Casero, donde me gradué  de  electricista industrial, pero me acogí a la Ley 259, pues soy de procedencia campesina asegura José Antonio Aguilar Fuentes.

Cuento  con una turbina mediana, de Uno un cuarto, que mueve  diez aspersores, hice  algunas adaptaciones y ahí está  de maravilla para el sistema de riego.

Como ve, tengo  tomate, de las tres hectáreas, aún me queda  una, y también cebolla, frijol, y como tenemos en  cuenta los ciclos, este año quiero  sembrar una de yuca y  otra de maíz consumo.

El inicio  del 2025 me fue favorable  en la cosecha de frijol. Todos los años  se aprende  más, el tomate  es el que más aguanta la sequía.

Comencé  solo, pero  de acuerdo al cultivo  de ocasión   contrato de dos a diez  trabajadores, quienes  cobran por encima de los 300  pesos las jornadas  de cuatro horas.

Tributo mis  cosechas  al Mercado El Tomate y a la empresa agropecuaria, a la vez que realizo donaciones  al Centro Mixto Antonio Rapado e  instituciones  hospitalarias.

Nunca  incumplo   con  mis  compromisos  con el municipio,  pero  si tengo en la lista  impagos  de Acopio  por  más de 899 mil pesos,  y medio millón  que me deben Las Tunas, Villa Clara  y Jiguaní.

Tanto Rosel como José Antonio  son del criterio que  si nos gusta la trabajar la tierra, siempre tendremos alimentos en nuestra mesa y en la de todos..

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