
Siempre fui un estudiante aventajado, de tercer grado pasé para quinto, momento en que la profesora Vilma Pérez, me regaló el libro La Edad de oro sin imaginar, ambos, que ese texto de Martí despertaría en mí la vocación por la historia”.
Con esa carta de presentación conocí a Orlando Ávila Labrada, profesor de Historia del Instituto Preuniversitario Urbano Francisco Vicente Aguilera, de Bayamo, ejemplo de pedagogo que se desempeñó, además, como Metodólogo provincial durante cuatro años y condecorado con el sello Educador ejemplar, las medallas 25 años de trabajo en el sector, por la Educación cubana y la José de la Luz y Caballero.
“Con mayor intensidad comencé a recorrer los caminos de la historia en 1970, a partir de un curso emergente de preparación para profesores que, por espacio de un año, realicé en Santiago de Cuba-Comenta- y al egresar me incorporé a la Escuela Luis Augusto Turcios Lima. Tenía 20 años de edad y ahora cumplo 50 vinculado a la docencia, de forma ininterrumpida.
“El momento inicial vino acompañado por una etapa de preparación intensiva y el apoyo incondicional de la Jefa de cátedra Neyra Brizuela y otros profesores de excepcionales condiciones: Carlos Rodríguez Lora, Eduardo Chávez, Néstor Estrada…
“Paralelamente, desde el Instituto de Preparación Educacional, recibíamos las herramientas para el desarrollo de nuestro trabajo y el intercambio con el estudiantado. Una vez graduado por esa institución, ingresé a la universidad, luego cursé varios posgrados hasta culminar la Maestría”.
La conversación transcurre velozmente en una de las salas del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, de la capital provincial. En breves minutos comenzará un encuentro de pensamiento entre profesionales de diversos sectores y es preciso optimizar el tiempo.
“Mantengo el criterio de que la atención a los sitios y a las figuras históricas merecen prioridad.-Precisa- Poco se conoce de Luis Marcano, por citar un ejemplo, aquel dominicano que vino a Cuba con Máximo Gómez, presente en las luchas por la independencia de Cuba y que firmó el acta de capitulación de Bayamo.
“En intercambios con estudiantes del preuniversitario que lleva su nombre, me percaté que apenas conocen los aportes, de ese patriota extranjero, a la soberanía nacional, elementos de la localidad que no forman parte del programa de estudios y merecen incorporarlos.
“Lo anterior demuestra que la enseñanza de la historia local es una asignatura pendiente, una motivación para el programa de estudios. Es preciso visitar los museos y las instituciones vinculadas con la historia de la comunidad e intercambiar con sus especialistas.
“Cada investigación genera nuevas preguntas, es el vínculo imprescindible con la literatura, con la cultura, elementos que apenas utilizamos”.
El profe Orlando trabajó más de 20 años en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas, también como entrenador de concursos, cuyos estudiantes alcanzaron medallas durante dos décadas y aún conserva energía para continuar su labor educativa.
El tiempo previsto llegó al final. Nos despedimos y, de regreso, recordé las palabras del escritor, orador y político romano Ciserón:
“No saber lo que ha sucedido antes de nosotros, es como ser incesantemente niños”.