
“Empresa Eléctrica, buenos días, le atiende Diana. Usted estará afectado, este miércoles hasta las 12:00 del día, luego de 4:00 a 8:00 de la noche y desde las 12:00 de la madrugada hasta las 6:00 de la mañana del jueves…
“Todo depende de cómo se comporte la generación en el país. Hoy están rotando los circuitos de los bloques 3 y 4. Sí, al incrementarse los Megawats (MW) de afectación, nos vimos en la necesidad de sumar tres circuitos del bloque 1. Un placer atenderle”.
Esta es una de las innumerables llamadas que recibe diariamente el Centro de atención integral al cliente de Granma. Algunas son calmadas y breves, otras extensas y caldeadas, salpicadas de mala educación. Lo que sí es una constante, es el trato sereno y respetuoso de sus operadoras.
El 18888, como también se le conoce, tiene la misión de tomar reportes de interrupciones a los clientes, por ejemplo, ante tormentas eléctricas durante las cuales existen cables caídos, transformadores, interruptores y circuitos primarios disparados, sin embargo, las afectaciones al servicio eléctrico nacional han acelerado la dinámica de la jornada laboral y hoy constituyen el peso de las llamadas.
De lo que se vive en un día a día entre estas cuatro paredes de tono gris y anaranjado, con un decorado minimalista y un entramado de cables, computadoras y teléfonos que no cesan de timbrar, exponen algunas de las protagonistas del 18888.
LAS CHICAS DEL CABLE
En medio del apagón de la madrugada, la operadora Diana Ramos Virelles se las ingenia para alistar el almuerzo de su familia mientras duermen; el de ella incluido, para poder sobrellevar las 12 horas de trabajo que se avecinan. Trata de ser cautelosa, pero siempre se le escapa algún cacerolazo en la cocina.
Al contemplar el descanso profundo de los suyos, una hija de 10 años y su esposo, se pregunta cómo pueden conciliar el sueño en medio del sofocante calor. Ella, por el contrario, no recuerda cuándo disfrutó plácidamente del último abrazo de Morfeo.
“Es difícil trabajar en estas condiciones, con la vista a punto de colapsar por las malas noches, pero así estamos todos los granmenses. La labor en estas condiciones se torna agotadora, por lo reiterativo del mensaje y las explicaciones.
“Algunos clientes me dicen: ‘Usted no es madre, no tiene familia’. Olvidan que nosotros también estamos apagados en casa, se nos corta la leche, no nos da tiempo cocinar; otros nos ofenden, pero no nos podemos poner a la par de ellos, ni maltratarlos. Debemos escucharlos y explicarles cuantas veces sea necesario. Es complicado, sobre todo porque al cliente lo que le place es contar con el servicio”, refiere Ramos Virelles.
Calma, ecuanimidad, paciencia y cuanto sinónimo queramos emplear, parecieran ser insuficientes para dar una medida de cuán moderadas deben ser quienes desempeñan esta profesión, que exige comprensión y afabilidad.
No son pocas las tensiones afrontadas por estas mujeres, que en medio de esta lluvia de inconformidades derivadas del deterioro del sistema energético nacional, son víctimas de improperios y amenazas, como si no vivieran en carne propia los apagones.
Leyannys Ricardo Leyva no recuerda una situación similar en cuanto a generación eléctrica.

“Asumimos intensas horas de trabajo, agotadoras, pero tenemos que ponernos siempre en el lugar del cliente. Los hay con mayor o menor nivel cultural y eso marca mucho la forma en que exponen sus quejas.
“Más o menos hacemos de psicólogos. Las personas hacen catarsis de sus problemas, canalizan sus inquietudes, sus emociones y a nosotros nos toca escuchar desde el otro lado del manófono, con mucha calma”, puntualiza Ricardo Leyva.
A LO INTERNO DEL SISTEMA
Si hiciéramos literalmente un viaje a la semilla de lo que fue la mañana del miércoles 17 de agosto, diríamos que Granma amaneció con 50 MW afectados, lo cual comprometía el servicio de los circuitos comprendidos en los bloques 3, 4 y otros cinco de los bloques que debían rotar posteriormente como parte de los 550 MW de afectación estimada en el horario diurno a nivel nacional.
En Granma un 72 por ciento de la carga es netamente residencial, a diferencia de otras provincias, que disponen de circuitos industriales para enfrentar los déficits.
Por otro lado, de 99 circuitos primarios, 96 son apagables, así que la mayoría de los clientes son partícipes de las afectaciones por falta de generación eléctrica.
Raidel Salgado Hidalgo, jefe del despacho provincial de carga, explica que la indicación de abrir o cerrar carga viene del despacho nacional, radicado en La Habana, que es de necesario cumplimiento y de no llevarse a cabo ocasionaría el disparo de más interruptores y una mayor afectación.
TRABAJO MANCOMUNADO
En la empresa eléctrica de Granma una puerta de cristal separa la oficina del centro de atención integral al cliente del despacho de carga, dado su vínculo directo, pues a través del 18888 entran los reportes de incidencias de nuestras viviendas (sin servicio, cortocircuito o cualquier otra anormalidad).
Ante casos de déficits, la retroalimentación es a la inversa, porque el centro de despacho de carga es quien informa a las operadoras los circuitos a afectar para que pongan en conocimiento a la población.
Leodanis Rodríguez Galán, uno de los jefes de turnos del despacho de carga, apunta que el sistema energético nacional es algo vivo, se mueve, no es estático.

“Ello explica por qué en ocasiones no podemos cumplir la programación de los bloques, todo depende de cómo se comporten las termoeléctricas sincronizadas; si ocurre alguna avería, te complica el escenario. Entonces tienes que valorar los circuitos que se deben proteger por su interés económico, social.
“Si un hospital tiene problemas en su grupo electrógeno, tengo que cambiar ese circuito por otro para protegerlo, también están los circuitos no apagables, como los de hospitales, lugares estratégicos para garantizar la canasta básica, los que procesan la leche para los niños, las fuentes de abasto de agua…, son muchos aspectos a tener en cuenta y llevados a punta de lápiz para ser lo más justos posibles.
“Sufrimos los mismos desvelos que el resto de la población. Hoy mismo parezco un zombi, me tocó apagón de madrugada, apenas pude pegar los ojos y no he parado, llevo todo el día pendiente de lo que sucede en La Habana, con la generación en el territorio, la disponibilidad de combustible… es fatigoso”, expone Rodríguez Galán.
Más allá de las intensas jornadas y del cansancio que sobreviene al día a día y que se sacuden con algunos sorbos de café, los trabajadores de la Eléctrica también sufren los apagones. Con ellos lidian, como todos nosotros, más les toca acometerlos e informarlos hasta tanto se recupere el sistema, un proceso que será gradual, no de forma inmediata.