Puig, mucho más que un creador musical

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Por Luis Carlos Frómeta Agüero | 24 noviembre, 2025 |
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Foto Perfil de Facebook

CARLOS PUIG PREMIÓN: COMPOSITOR, ARREGLISTA, INSTRUMENTISTA Y DIRECTOR DE ORQUESTA, ES UN LEGADO MUSICAL QUE TRASCIENDE EN EL TIEMPO.  

El aire fresco de Santiago de Cuba, en la mañana del 14 de octubre de 1953, se vio impregnado por el llanto de un recién nacido. Era Carlos Puig Premión, hijo de Dulce María  quien sin saberlo traía consigo una chispa que encendería el amor por la música en generaciones venideras.

Crecer en esa tierra rica en historia y cultura no fue casualidad; desde sus primeros pasos, Carlos se convirtió en un hijo indiscutible de su entorno, fervoroso defensor de las tradiciones musicales de su tiempo.

Los años 70 marcaron un hito en su vida, cuando comenzó a forjar su compromiso con la música cubana. El sonido vibrante de la flauta, el suave toque de las teclas de un piano y la resonancia del clarinete formaron parte de su mundo cotidiano. Más allá de ser un simple intérprete, Carlos se convirtió en un arquitecto de melodías, un compositor y arreglista que entendía la importancia de rescatar las sinfonías olvidadas de su tierra natal.

Su dedicación le permitió crear en 2004 uno de sus sueños más anhelados: la Escuela de Bandas de Música de Concierto en Granma. Esta institución no solo formaría a nuevos músicos, sino que revitalizaría un legado cultural que peligraba bajo la sombra del olvido.

La originalidad de Puig Premión no radicaba solamente en su habilidad técnica, también en su audacia para experimentar. Cada nota salida de sus manos estaba impregnada de un profundo respeto por la tradición y el deseo insaciable de innovar.

La incorporación de sintetizadores en la interpretación de la banda bayamesa marcó un antes y un después, diferenciándola de otras agrupaciones. Sus arreglos del Himno Nacional, la Marcha del 26 de Julio y la Internacional de Mayo son testimonio de un rigor técnico y una sensibilidad artística que cautivaron tanto al público como a los críticos.

Uno de los aspectos más destacados de su carrera fue la creación de la Metodología de Evaluación para la música de concierto y popular. Este trabajo significó un sustancial aporte al sistema evaluativo de músicos en Cuba, consolidando su relevancia no solo como artista, sino como educador.

Su pasión por la música se vio reflejada en la organización de festivales emblemáticos que celebraban la cultura cubana, tales como el Sindo Garay y el infantil Reparador de Sueños.

Las anécdotas en torno a Carlos Puig son numerosas y revelan la profunda conexión que tenía con la música. Durante un festival en la Tropical de La Habana, los asistentes quedaron boquiabiertos al verlo cambiar de instrumento con tal agilidad que parecía desafiar las leyes de la física.

Pasó de tocar la flauta al clarinete, luego al saxofón y, finalmente, al trombón, dejando una impresión imborrable en quienes lo escucharon. Su versatilidad no era simplemente técnica; era una expresión de su alma musical, de la pasión que sentía por cada instrumento.

No todo en su vida giraba en torno a la música. En su hogar, Carlos era también electricista, mecánico y electrónico, habilidades que lo definieron tanto como su talento musical.

Se cuenta que una vez desarmó el Polki familiar con la esperanza de reconstruirlo, convirtiendo un viejo vehículo en un proyecto personal que lo mantuvo ocupado durante un año. Cuando todos pensaban que su esfuerzo había sido vano, el rugir del auto una mañana devolvió la alegría y el optimismo a su familia, simbolizando la esperanza en lo que parecía perdido.

El legado de Carlos Puig Premión es una mezcla de humildad, dedicación y amor incondicional por la música. Su partida física el 14 de enero de 2018, a la edad de 64 años, dejó un vacío en el corazón de artistas e intelectuales cubanos.

Su obra sigue viva, resonando en la memoria y en los corazones de aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo y compartir momentos mágicos a su lado. Carlos no fue solo un creador musical; fue el faro que iluminó el camino de muchos y,  por encima de todo, ejemplo de amor y conexión artística, más allá del pentagrama.

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