Alto, flaco y semiencorbado, Luis Manuel Ramírez Villasana es un Quijote de nuestros tiempos, que no solo ha soñado, sino ha sobresalido por su consagración y entrega sin límites al trabajo, dedicando 54 años al magisterio en su natal provincia de Granma, en el oriente cubano.
Hoy, con la salud resquebrajada a sus 76 años de edad, Villasana descansa en su hogar, junto a su amadísima esposa Juana Roble Carrillo, también educadora desde siempre.
Perfumado y de guayabera nos recibe, con una alegría a flor de piel, e inicia el diálogo afirmando:
“Me conmovió la noticia, me siento altamente reconocido, pues después de tantos años ser un Héroe del Trabajo, es algo tan grande… Esa aspiración no estaba en mi plan de vida.
“Solo lamento no poder asistir al acto nacional por el Primero de Mayo ni recibir la condecoración en La Habana, aunque sí confirmaron que me condecorarán aquí en Bayamo, en los primeros días del mes de mayo”.
Aún con el paso del tiempo no ha perdido su capacidad de orador , lo que le permitía intercalar en los parlamentos anécdotas jocosas , en las que fue protagonista.
Sus méritos traspasan las líneas de una cuartilla: desempeño en la Campaña de alfabetización en Cuba y en Angola, participación en la Zafra de 1970, donde puso en práctica valiosas iniciativas que en muchos lugares permitieron mantener aparejado al corte de caña la actividad educacional.
Además la formación de valores en los estudiantes, mediante convocatorias de varios concursos sobre la historia de la localidad y personajes importantes de la patria, la incorporación Pioneril en las actividades del fórum de ciencia y técnica, en Bayamo, resultado por el que la Organización de Pioneros José Martí le otorgó el premio Zapaticos de Rosa.
Figuran igualmente, dedicación a las investigaciones científico-pedagógicas, presidente de la Asociación de Pedagogos de Cuba en Granma, delegado de circunscripción y Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, integrante del Comité provincial del Partido en Granma y delegado al V Congreso del Partido Comunista de Cuba.
Son tantos los reconocimientos y condecoraciones recibidas que nuestro entrevistado olvida algunos por momentos, sobresalen, vanguardia nacional por 11 años consecutivos, Orden Lázaro Peña de I, II y III grados, medallas Hazaña Laboral, de la Alfabetización y de Trabajador Internacionalista.
Asimismo, las distinciones Rafael María de Mendive, la Utilidad de la Virtud que otorga la Sociedad Cultural José Martí, y Del Esfuerzo La Victoria, y los sellos XVIII Congreso de la CTC y Educador Ejemplar, entre otros.
Este hombre querido por sus familiares, amigos y compañeros es premio Raúl Ferrer, Hijo Ilustre de Bayamo y Maestro de Generaciones.
Aunque no estuvo precisamente ser educador entre sus sueños juveniles, la hermosa profesión desplazó a la preferencia por la pintura y lo coronó como un héroe, orgullo de sus coterráneos.