Ramón López Peña: primer mártir de la Brigada de la Frontera

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Por Gislania Tamayo Cedeño | 19 julio, 2024 |
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Sesenta años se cumplen hoy del asesinato de Ramón López Peña primera víctima de la Brigada de la Frontera perpetrado por el odio imperialista que los gobernantes de Estados Unidos sienten por el proceso revolucionario cubano.

El atardecer del 19 de julio de 1964 fue tenso en la localidad guantanamera de Caimanera, territorio cubano ilegalmente ocupado por Estados Unidos desde 1903.

A las 5 y 37 de la tarde, desde una de las postas estadounidenses ubicada en las coordenadas 43-67, comenzaron a rastrillar los fusiles, a apuntar a los guardias cubanos y a ofenderlos verbalmente. Las pretensiones estaban bien definidas, provocar a los cubanos, y utilizar esto como pretexto para invadir otra vez Cuba.

 

Alrededor de las 6 y 30 se mantenía esa situación cuando los soldados Ramón López Peña Y Hector Pupo Sucarno asumieron su turno de guardia.

“Vamos a tomar café, que esta gente está jodiendo mucho; hoy va a haber jodedera”, comenta Ramón.

Treinta minutos más tarde los centinelas yanquis, acostados en el suelo, abrieron fuego contra ellos violando las normas elementales  del derecho internacional.

Ramón resultó herido de gravedad, un proyectil le atravesó el cuello. Sus últimas palabras fueron ‘Marines, hijos de puta, me han matado’.

Minutos después moría.

Habia nacido el 15 de diciembre de 1946 en el barrio La morena, Puerto Padre, Las Tunas, solo pudo alcanzar el cuarto grado de escolaridad porque la situación económica familiar no le permitió continuar estudiando y tuvo que dedicarse a las labores agrícolas.

Con solo 15 años de edad ingresó en las Milicias Nacionales Revolucionarias y poco después en las Fuerzas Armadas Revolucionarias con las que participó en la Lucha contra bandidos. Sus méritos y disciplina hicieron que fuera destinado al Batallón de la Frontera en Guantánamo.

Su padre Andrés López, un carbonero de la zona, toma entre sus manos las de su hijo, las acaricia dulcemente y le dijo: “No te descuides, mijo, esa gente es capaz de cualquier cosa”. A lo que el decidido jovencito le responde: “No se preocupe, papá, voy a seguir cuidándome allá y a cumplir mi deber”.

Allí resultó seleccionado joven ejemplar durante el proceso de ingreso a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) por su  firme y decidida contribución en la preparación combativa y política, la técnica de armamento, la superación cultural y ser protagonista de tres zafras del pueblo.

Ante los reclamos de su padre de que se cuidara, siempre le reafirmaba “Papá, esto es de Patria o Muerte”.

La noticia llegó a todos los destacamentos del Batallón de la frontera. Lágrimas de dolor, de rabia y de indignación rodaron por las mejillas de cada soldado.

Más de 50 000 ciudadanos acudieron a dar el adiós a los restos de aquel joven que engrosaría la lista de crímenes del imperialismo yanqui.

Su asesinato no fue un hecho fortuito, antes el personal que ocupa ilegalmente Guantánamo, lo había hecho con el trabajador Lino Rodríguez Grenot, asesinado por el supervisor de los trabajos de ampliación del enclave durante la Segunda Guerra Mundial; y  tiempo después la ira asesina cayó sobre  Rubén López Sabariego y Rodolfo Rosell Salas. Dos años más tarde sería asesinado Luís Ramírez López en circunstancias similares.

La presencia de Ramón aún está y estará presente en la Brigada de la Frontera. En cada acto se percibe la valerosa actitud de este joven que defendió nuestra soberanía.

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