Al amanecer del 26 de julio de 1953, Ramiro Sánchez Domínguez atacó, por la parte del fondo, al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, en un fallido intento de ocuparlo.
En horas de la tarde de ayer, entró a la otrora instalación castrense por su puerta principal, caminó por una alfombra de losas hechas con pequeñas chinas pelonas, ribeteadas por verde césped, y en la sala de exposición del parque-museo Ñico López, se encontró con imágenes de varios de aquella pléyade de valientes que 63 años ha, decidieron impedir que José Martí, El Maestro, muriera al cumplirse un siglo de su nacimiento.
Fue un encuentro, también, con integrantes de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, entre ellos quienes se encontraba Fred Paneque, el muchacho a quien poco después del ataque, Ñico López le preguntó dónde estaba la ciudad y él no entendía, entonces inquirió ¿dónde queda el pueblo?, así comprendió y lo guió, junto a tres acompañantes, hasta cerca de la urbe.
Fred le presentó a Ramiro Sánchez, un papel escrito por él durante aquel encuentro, como constancia de la ayuda recibida, la cual su destinatario conserva plasticada.
Acompañaron a Ramiro, su esposa Minerva Barceló Escobar, y Ernesto González Campo, asaltante del Moncada. Ambos revolucionarios recibieron muestras de cariño y admiración de varios jóvenes presentes.
José Maceo Martí, primer secretario del Partido Comunista de Cuba en el municipio de Bayamo, agradeció la visita de Ramiro y Ernesto a la provincia de Granma, de la cual dicha ciudad es capital, y les entregó sendos cuadros pintados por artistas locales.
Ambos moncadistas visitarán hoy el conjunto monumentario en Las Coloradas, Niquero, y otros sitios históricos de la parte sur granmense.