Regreso de una guerra contra el fuego

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Por Osviel Castro Medel | 29 agosto, 2022 |
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Ernesto Zamora pasa unos días en su casa, para incorparse en septiembre a sus labores diarias en la capital cubana. FOTO/Osviel Castro

Ese día, al desmontarse de la ambulancia, con el codo derecho vendado y el llanto contenido en la garganta, Ernesto Rafael Zamora Garcés sintió que el abrazo de su madre tenía el más grande sabor a gloria.

Él había estado a centímetros de la muerte en la base de supertanqueros de Matanzas; por eso ese reencuentro con Migdalia, en la modesta casa del reparto bayamés Camilo Cienfuegos, mojó los ojos y puso a temblar las rodillas.

Lo más hermoso es que después del apretón emocionado entre hijo y madre, varios vecinos salieron  espontáneamente de sus casas y comenzaron a aplaudir. Lo hicieron durante buen rato, con mezcla de alivio y orgullo.

Tal vez en ese momento a Ernesto le llegaron en retrospectiva algunos de los pasajes de su vida, que el próximo 1 de noviembre llegará a 22 años: desde sus estudios en la primaria José Antonio Saco, los tres cursos dorados como “camilito”, sus días de cadete en la capital cubana hasta la cruda experiencia en la zona industrial de Matanzas, a la cual llegó con sus grados de teniente para ayudar a los bomberos.

“Mi mamá ni se imaginaba que yo había sufrido quemaduras, mucho menos que estuve en un zona de enorme riesgo,” dice ahora mirando de reojo a su progenitora.

Él llegó desde su unidad militar en La Habana hasta área de peligro en la madrugada del 6 de agosto  junto a los choferes Juan Martínez Vázquez y Osmani Álvarez Clark, con un camión cisterna cargado con agua para abastecer a los especialistas que luchaban contra el fuego.

Salvó su vida por azar porque fue llamado a merendar cuando estaba cerca del primer tanque, que ardía desde la noche del 5 de agosto, hasta que se produjo la fulminante explosión.

“Estuve en un escenario de guerra,  en un verdadero infierno, donde vi la muerte de cerca. Hubo personas que perdieron la vida sepultadas por una lava de petróleo y fuego. La onda de calor llegó hasta nosotros, que tuvimos que correr para salvarnos. Aun así los tres sufrimos quemaduras.  El carro en el que andábamos se quemó completico y allí perdimos todos nuestros documentos y pertenencias”, expresa con pesar.

En la carrera, sintió ardores en la parte posterior de la cabeza, las orejas, el cuello y el codo. Se había quemado, aunque no con mucha gravedad.

Sin embargo, Juan Martínez sí fue alcanzado con mayor envergadura por aquel horrible vapor. “Es una persona de más de 60 años y tuve que ayudarlo para que llegara a un sitio donde estuviera seguro”, cuenta.

Lo cierto es que los tres fueron ingresados en el hospital Faustino Pérez, de Matanzas, y luego trasladados a al hospital militar central Doctor Luis Díaz Soto (conocido como “el naval”), centro capitalino del cual Ernesto egresó hace 10 días.

“Tengo que agradecer todas las atenciones recibidas, más que excelentes, incluyendo la de la psicóloga, que me ayudó mucho a sobrepasar este terrible instante que jamás se olvida”, agrega este oficial, quien fue reconocido el domingo pasado por las máximas autoridades del Partido y Gobierno en Granma.

Ernesto mantuvo el secreto de su accidente junto a su hermana, Ehidys Aguilar Garcés, para no preocupar a su madre, quien padece de hipertensión arterial. “Le conté parte de lo vivido solo después de las primeras curas, cuando sabía que ya no había peligro. Luego también llamé a mi novia (Suleidis Bello Castro), que lloró mucho al enterarse”.

Al final del diálogo con La Demajagua, este muchacho que es militante de la UJC desde onceno grado, seguidor del Real Madrid, amante de las bromas y las conversaciones con amigos, subraya que está dispuesto a cumplir cualquier misión, por riesgosa que sea.

“Matanzas me dejó muchas lecciones, sentí el dolor de perder a compañeros de lucha, la solidaridad de las personas y sus preocupaciones por nuestra salud.  Gracias a Dios estoy vivo; es como una segunda oportunidad en mi camino y quiero aprovecharla de la mejor manera, haciendo el bien, ayudando a mi país, a su gente y a mi familia”.

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