Reseña sobre la primera exhibición cinematográfica en Cuba

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Por Luis Carlos Frómeta Agüero | 23 diciembre, 2023 |
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La primera exhibición de cine en Cuba se realizó el 23 de enero de 1897 en La Habana, frente al parque central, en un local ubicado en Prado 126, entre San Rafael y San José. muy cerca del entonces Teatro Tacón.

Realizada por el francés Gabriel Veyré, comisionado de los hermanos Lumiere, inventores del cine, se presentaron en total diez tandas ya que por supuesto las películas exhibidas tenían  corta duración. Se calcula que asistieron a estas alrededor de un millar de espectadores.

Entre las primeras vistas que se mostraron en La Habana estuvieron el desfile de un escuadrón de coraceros, la tempestad en el mar, el ferrocarril en marcha, la puesta del sol de Madrid y la llegada del Zar de Rusia a París.

Entre exclamaciones de ¡bravo! a Lumière y al propio Veyre, el público habanero aplaudió con delirio tres de las vistas proyectadas, las cuales tuvieron que repetirse. El éxito de la novedosa representación se imponía en Cuba, trece meses después de presentarse como el primer espectáculo cinematográfico del mundo en el sótano del Grand Café en el Boulevard des Capucines, 14, en París. Clément Maurice había dirigido el programa del Salón Indien, convertido en sala, y el proyeccionista fue Charles Moisson, constructor del primer aparato, asistido por Jacques Ducom.

Uno de los asistentes a aquella histórica función fue el periodista Francisco Hermida, muy renombrado como cronista teatral de El Fígaro, la elegante revista de la burguesía, y de varios periódicos. En la edición del martes 26 de enero de La Unión Constitucional (órgano doctrinal del partido de este nombre), publicó en su sección Crónicas:

“Anoche, al lado del teatro de Tacón, funcionó el cinematógrafo ante la sorpresa admirativa de más de dos mil personas que penetraron en el local desde las seis de la tarde a las doce de la noche. Penetraron por grandes grupos, permaneciendo cada uno de ellos en el local el tiempo suficiente para ver diez veces funcionar el cinematógrafo, cada vez tuvo dos minutos de duración, y el tiempo total del espectáculo veinte minutos, durante los que la sorpresa y la grande admiración llegan a su mayor intensidad.

“A pesar de tratarse de una invención francesa, el emperador Guillermo ha llamado al cinematógrafo: la maravilla de fin de siglo, y es justa la calificación”.

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