
-¿Qué no puede faltarle a Maritza en su vida?
– El trabajo.
Maritza González Olivera, más allá de ser Licenciada en Derecho y Máster en Ciencias en la especialidad de Asesoría Jurídica, es madre y padre a la vez. Es la mujer que se despierta, todos los días, a las 5:00 de la mañana, dispuesta a enfrentar los avatares de la cotidianidad con la mejor de las actitudes y a encaminar el trabajo de los innovadores con su asesoría, sin que medie remuneración alguna.
Esta obrera incansable, humana, cálida, desprendida de sí, no es mujer de pinturas, pero aquella tarde de nuestra entrevista, ameritaba un pintalabios carmín y un poco de rubor para enamorar la cámara.
Sus lentes color terracota no dan paso a la profundidad de su mirada. Quien no la conoce puede confundir su profesionalidad con rigidez, algo que también denotaba su rostro, mas, una vez en confianza, se torna maternal. Eso ha sido Maritza González Olivera para cada uno de los innovadores: apoyo, guía, sostén.
El sello 8 de Octubre, que recibiera en ocasión del aniversario 95 del nacimiento de Ernesto Che Guevara, se suma a su entrega durante más de 20 años laborados y una treintena de empresas asesoradas jurídicamente en cuanto al reglamento de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (Anir).
A su juicio, este es un trabajo complejo y agotador, que tiene entre las mayores recompensas el sentirse útil y capacitar a más de 500 personas, sean dirigentes sindicales, administrativos, ejecutivos de los Comités de Innovadores y Racionalizadores, comisiones evaluadoras.
Los saberes versan no solo en asesorías jurídicas, también en economía, un sector que le apasiona y ejerce indirectamente, mediante la doble contratación en su actual centro laboral (UEB Gráfica Bayamo) y su segunda escuela, la empresa textil Texoro.
Paradigmas en su camino han resultado su padre, quien le inculcó la disciplina y el amor por el trabajo, y Fidel, a quien bautizó como el abogado por excelencia de la nación cubana.
“Día a día, él se sumergía en el campo, bajo una disciplina estricta y gran sentido del deber. Fui creciendo con esos valores y he tratado de ser consecuente con ellos. Por otro lado, me interesé por la carrera gracias a Fidel, desde que tuve conocimiento del alegato de autodefensa La historia me absolverá, me convertí en ferviente seguidora de sus pasos”.

Con una voluntad enérgica y un modo de hacer ordenado y desenfadado, González Olivera refleja a la mujer luchadora, a la cubana incansable y atemperada a los sucesos actuales; amante del estudio y la justicia sobre cualquier circunstancia, que sueña con las pequeñas cosas de la vida y es capaz de llevar, en conjunto, sus dos mayores pasiones: el derecho y la familia.
Independientemente de los escollos, nada la ha detenido. Ama y vive. A sus 53 años, Maritza González Olivera es todo un ejemplo de consagración y sencillez, concretados en una extensa lista de reconocimientos, entre ellos la condición Ramón Martínez Álvarez, por la labor ininterrumpida durante 25 años, y la de Vanguardia, desde el 2010.
Rostros como el suyo, pasan desapercibidos frente a las disímiles innovaciones, muchas de ellas formadas bajo su égida, solo por el placer de sentirse útil y defender, desde su pedacito, la Patria que la vio nacer.