
US President Donald J. Trump speaks during a press conference being held on the sidelines of the opening of the 74th session of the United Nations General Assembly in New York, New York, USA, 25 September 2019. Democrats in the United States Congress announced they are beginning a formal impeachment inquiry as a result of a President Trump’s actions on a phone call with the president of Ukraine.
US President Donald Trump Press Confence, New York, USA – 25 Sep 2019
Inmediatamente después de que los mayoritarios senadores republicanos de Estados Unidos, absolvieran a Donald Trump de los cargos que lo llevaran a juicio político, este retomó su postura agresiva, digamos que se creyó fortalecido de tal lance.
Resulta oportuno destacar que el margen para el indulto fue cerrado en ambas acusaciones: para el cargo de abuso de poder recibió 52 votos a favor y 48 en contra, mientras que para el de obstrucción al congreso fue de 53 a 47 en contra.
El “hombrín”, bastante callado durante el impeachment, retomó enseguida su altanera conducta de siempre, desde antes del comienzo del proceso muchos esperaban que desatara una guerra, para desviar las miradas de los electores y, como para darles razón a quienes así opinaban, ordenó el asesinato del general iraní Qasem Soleimani ocurrido en Iraq ¡vaya puso a su país al borde de una confrontación bélica! Y lo peor es que el jueves último se jactó de ello.
El resultado era esperado, tras la maraña de acusaciones falsas, presiones una verdadera guerra contra los demócratas, una cacería de brujas contra los miembros de ese partido, a quienes precisamente acusa de instrumentarla contra él, dio su anhelado resultado, absolución.
Otra cuestión la dicta la historia política de la nación: Ningún presidente de Estados Unidos fue destituido de su cargo por un juicio político. Repasemos: William Clinton (en 1998) y Andrew Johnson (en 1868), condenados por la Cámara de Representantes, fueron absueltos por el Senado. Richard Nixon renunció voluntariamente en 1974 después de que comenzara un proceso en su contra.
El discurso anual llamado Estado de la Unión fue esta vez utilizado por Trump como vehículo de politiquería y de alabanza chovinista de EEUU, falseado u ocultando datos domésticos (como el desempleo que verdaderamente existe) datos que se salieran del guión presidencial de hacer a “Estados Unidos grandes otra vez”. (América como dicen ellos arrogantemente).
El discurso estuvo preñado de amenazas para los pueblos independientes de la tutela norteña y de promesas para los que “se porten bien”.
Republicanos presentes atronaron el recinto con ovaciones y aplausos, que apagaron a los demócratas y cualquier crítica desde los asientos del público, ahí se destaca la emitidapor el padre de una de las víctimas del tiroteo de Parkland, que censurara el apoyo a todo trapo del Presidente a la tenencia de armas, y mire usted amigo lector, en el país “más democrático del mundo” ¡el hombre fue sacado de inmediato del Congreso por el servicio secreto!
Un dato que pudiera parecer irrelevante: Trump casi ha tratado de bruja presidenta de la Cámara de representantes Nancy Pelosi y le negó el saludo al dejarla con la mano extendida, al final de la sarta de improperios desatada por el presidente, la vocera rompió su copia del discurso, pero indicó que “el juicio político pesará por siempre sobre Trump”.
Este hecho ha sido ampliamente difundido en uno y otro sentido por los admiradores de Trump y por los demócratas, pero si alguien no lo supiera, forma parte de la misma función propagandística que envalentona el presidente yanqui y que demócratas y republicanos, con excepciones, son harina del mismo saco.