Servicio humanista contra la tristeza (+ fotos)

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Por Denia Fleitas Rosales | 9 noviembre, 2025 |
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La familia de la pequeña empresa Luna en el Rancho de Manzanillo tiene en los Ramiro Corrales, ubicados a ambos lados, un liderazgo humanista y de generosidad / FOTO Denia Fleitas Rosales

Cuando las manos todas se entrelazan sus tirones son más fuertes que los vientos de un huracán. Si son movidas por el vigor que impregna el ánimo de entregarse al gesto de la solidaridad, su poder es infalible. Si nacen de las profundas raíces que legaron los antepasados, son una rotunda demostración del verdor de la esperanza.

Así, impulsado por la herencia de su origen campesino, brotó el atruismo del joven Ramiro Corrales Acuña y de la gran familia que conforma la Mipyme Luna en el Rancho de Manzanillo, en virtud de aquellos que recibieron más de cerca el impacto de las inundaciones por el huracán Melissa. Su actitud, y de quienes se sumaron a su mensaje en redes sociales, sin dudas, venció la adversidad.

Cuenta que las imágenes del pesar conmovieron a la familia Corrales, y teléfono en mano consultó a otros nuevos actores de la economía para hacer realidad la iniciativa de extender el brazo solidario a los más necesitados. La respuesta de Casa Tres Delicias y El Garaje fue contundente. También la de quienes laboran en sus cocinas.

El chef Guillermo Manzano Fernández hizo ajustes y junto al resto del team conformó los productos del menú. “Hicimos bolas de yuca, hamburguesas, por primera vez nos aventuramos hasta a hacer los panes cuando los proveedores fallaron. Trabajamos con amor y con la calidad de siempre, porque nuestra oferta es para el pueblo, y la excelencia es una constante”.

Con corto tiempo como elaborador, el joven Mario Manuel De la Paz Echavarría no imaginó “vivir una experiencia como esta; aunque impactante fue bonita porque nos pusimos en los zapatos de ellos, conociendo la necesidad. Hacer estas cosas así de buena fe satisface. Aunque todos los días nos vamos de noche trabajando en lo que haya que hacer, es incomparable con otra vivencia. Damos un extra porque si para vender hay que hacerlo con calidad, para los damnificados mucho mejor”.

En La Piedra de Jibacoa fue la primera entrega de comida elaborada, haciendo gala de la exquisitez de sus cocinas en las paladares Rancho Luna, Las Alinas y Las Tejas. “Hoy no fuimos negocio, fuimos personas. En medio de esta situación dura que está viviendo nuestra provincia nos unimos para llevar alimentos a familias de Jibacoa”, fueron las palabras iniciales del post que despertó respuestas frente a la tristeza.

Preferían el anonimato porque “tenemos entendido que las medallas no son las que se cuelgan, sino las que se llevan en el corazón. Pero con la era virtual comprendimos que una publicación podría ampliar el número de personas ayudadas, impulsar a aquellas con el deseo de hacer y dar desde el alma”, afirma el joven Ramiro, subdirector de Luna en el Rancho.

Tal como escribió, en la próxima jornada  también Sheila, Dailén, y otros manzanilleros comunes, de dentro y fuera, se convirtieron en artífices del abrazo a familias del Sitio-Remate y Caño Adentro, a los 371 habitantes del municipio Río Cauto resguardados de forma temporal en la Escuela Pedagógica Celia Sánchez Manduley, a los manzanilleros protegidos en el Campus Blas Roca de la Universidad de Granma.

“Allí experimentamos sensaciones indescriptibles, porque todos estaban agradecidos, contentos. No quedó nadie sin recibir algo”. Confituras y leche condensada o en polvo para los niños, productos de aseo y otros alimentos elaborados o para la cocción por ellos mismos.

Al indagar de razones, el joven empresario afirmó que la pregunta acertada era “¿por qué no hacerlo? Tantos niños, personas, atravesando por esta situación. No podemos ignorarlo, ni mirar hacia otro lado, ni quedarnos de brazos cruzados”. Reacción típica de quien “desde la infancia he visto a mi papá, mi mamá, mi abuelo, preocuparse por los más necesitados. Por tradición hemos tenido negocios de prestación de servicios de alimentación y siempre hemos tenido un plato de comida para esas personas”.

La iniciativa se extendió hasta el Hospital Pediátrico Hermanos Cordovés, con leche, pollo, confituras, tres quintales de yuca, plátano y calabaza. Se prevé alcance a los residentes del Hogar de niños sin amparo familiar, la escuela primaria de Jibacoa, y a cuantos nos sea posible con las contribuciones económicas”.

Ni la lluvia ni los compromisos con el negocio y clientes, ni las horas o limitaciones con el transporte impidieron que los sabores de la solidaridad manzanillera fueran degustados por los más vulnerables, tras el paso del fenómeno meteorológico. Incluso alumbrados por la Superluna más cercana a la Tierra del año, cumplieron con un deber sagrado de fraternidad.

Ramiro Corrales Benítez, líder del emprendimiento privado, aunque aquejado por la situación epidemiológica se mantuvo al tanto de cada detalle. “Los muchachos demostraron que están hechos de humanismo. Siento alegría porque muchos amigos aportaron desde otros países y agradezco al equipo que integran Vicente, Manzano, Nino, Francisco, Daisi, y los más nuevos, que en horas extras han derrochado energías para brindar alimentos a estos granmenses. Está comprobado que Luna en el Rancho es un equipo de hermandad”.

Llevar aliento, cual muestra de compañía y amparo, es una conquista de tantos emprendimientos no estatales y cubanos que desde esta ciudad del Golfo de Guacanayabo y desde otras partes de Cuba y el mundo han levantado sus manos para devolver sonrisas y optimismo a los damnificados de la porción oriental granmense.

Con sus actos esparcen la semilla que simboliza el relevo de la solidaridad. Por eso Abraham Jiménez Corrales, a sus seis años, expresa con espontaneidad y singular ternura: “decidí recoger todos mis juguetes para mandarlos con mi tío, a los niños que no tienen, porque se los llevó el ciclón Melissa. Lo hago por tristeza, porque yo veo como los padres se esfuerzan para comprarlos, y quise ayudar”.

Sus preferidos también serán donados, para que otros niños sean felices con ellos / FOTO Denia Fleitas Rosales

La generosidad de Abrahamcho, como le dicen en casa, denota la bondad de la familia Corrales Acuña, de un emprendimiento que en tiempos de dificultad extiende la mano, construye un país, invita a la unión, a seguir de pie y con el corazón siempre dispuesto a servir.

 

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