
Al terminar La Concordia, su primera novela, se sentía un poco extraviado como escritor, tenía la intención de narrar otra historia que transcurriese en el Bayamo del Contrabando, el de Espejo de Paciencia, incluso había comenzado algunos apuntes, pero una tarde de junio del 2011 todo cambió.
Coincidencias y cuestiones del azar condujeron a Evelio Traba Fonseca a comenzar la próxima aventura literaria, y aunque no estaba exenta de riesgos, a cada paso se tornaba más fascinante. Luego de aproximadamente cinco años de investigación, desvelos, correcciones y vuelos de la imaginación ve la luz su segunda novela: El camino de la desobediencia, inspirada en Carlos Manuel de Céspedes.
La obra se encuentra disponible en el sitio digital de la Editorial Verbum, radicada en Madrid, España y su presentación oficial está prevista en la capital de esa nación, durante este verano.
Aunque no sabemos la fecha exacta en que llegará a la Ciudad Monumento, Evelio asegura que anhela presentarla aquí, en cuanto las condiciones lo permitan. Mientras esperamos ese suceso, el joven escritor bayamés, que reside actualmente en Ecuador, comparte la primicia y otros detalles de su segunda entrega.
– ¿Cómo fue que se decidió a escribir este libro?
– La idea nació gracias a Dominique Taridec, una turista de Burdeos a quien di un recorrido histórico por la Casa de la Nacionalidad. Descubrí que ella conocía más de cerca que yo muchos aspectos íntimos de la vida de Céspedes. Me convenció de que no todo estaba dicho sobre él y me retó: “Si es escritor, ¿por qué no hace una novela sobre la vida de este hombre?”. Confieso que sentí una mezcla de bochorno y envalentonamiento.
“Apenas la despedí, solicité en el centro de información un ejemplar del Diario Perdido, semanas después los tres tomos de Escritos compilados por Hortensia Pichardo y Fernando Portuondo, y más adelante Los silencios quebrados de San Lorenzo de Rafael Acosta de Arriba. El rigor de análisis de esta última obra sobre la personalidad de Céspedes, me confirmó lo que hacía un tiempo atrás me había asegurado Dominique: no todo estaba dicho sobre el Hombre de la Decisión”.
-La primera novela sobre Céspedes escrita por un bayamés ¿Cómo está conformada?
– Es una novela pensada y sentida para derribar las barreras que inevitablemente levanta la historia oficial entre la gente común y los grandes héroes. Esta mistificación no solo se da en Cuba, se da todos los países del mundo, y el deber de un novelista, en este caso, es romper las envolturas de bronce o mármol que recubren a seres tan frágiles y contradictorios como cualquiera de nosotros.
“Decidí valerme de la primera persona por la cercanía emocional que produce en el lector. Fue muy difícil poner a hablar al propio Céspedes de su vida. Luego decidí que la narración debía expresar cierta fragmentariedad, cruzarse con otras voces, como la de Ana de Quesada, María del Carmen de Céspedes, Oscar, el hijo fusilado, Ignacio Agramonte, Salvador Cisneros Betancourt, entre otros que refuerzan contradicciones esenciales del protagonista.
“Céspedes no puede entenderse sino desde la adversidad y el enfrentamiento a las imposiciones de su entorno. Conviven en la novela disímiles perspectivas que en muchos casos, no dejan bien parado al protagonista, para reforzar la visión de un carácter falible e imperfecto como el de todo ser humano. Esta estructura, además de alentar la polémica, garantiza un modo indirecto, un movimiento constante de la trama y juego de planos. A lo largo de más de quinientas páginas, se advierte que hay dos Céspedes: uno anterior a los sucesos de la Demajagua, y otro marcado por las consecuencias que generó el 10 de Octubre. Pero uno no podría existir sin el otro”.
– La obra trata sobre una figura cimera de la historia cubana por lo tanto no es una tarea fácil…
– Gracias a las cartas íntimas, los diarios y el resto de la producción literaria del Padre de la Patria fue que pude conformar la complejidad de esta primera persona narrativa. Al principio con una gran dosis de miedo. “Cuando comencé todo lo que escribía, lo iba pronunciando en voz alta. Necesitaba sentir que había una voz humana sosteniendo la armazón de las palabras. Cerraba los ojos y me llegaban fogonazos de tertulias, aroma de pólvora, rechinar de sables, gemidos de escenas eróticas y golpes de ajedrez, perros ladrando en las calles… Sin nada de esto, esa primera persona no podría haberse construido.
“En una conversación decisiva que sostuve con mi amigo Domingo Cuza, recibí el aliento para emprender de a lleno el proyecto con el que había empezado a soñar despierto. Por circunstancias del azar, pasé a trabajar en la Casa Natal de Céspedes. Antonia Buitrago (Toñita) -su directora entonces y una apasionada cespediana- puso a mi disposición toda la información que atesoraba la Casa. Hice de la novela el centro de mi vida. Profundicé sobre su familia, problemas de la época…Durante casi dos años apenas me interesaba otro aspecto que no fuese el misterio de la vida de un hombre a quien ya había dejado de ver como al solemne Padre de la Patria. Tenía la seguridad de que estaba conociendo a otro Céspedes. Había iniciado con él una larga conversación que aún hoy no ha finalizado”.
– Tu primera novela La Concordia está inspirada en la historia de Bayamo. ¿Existen lazos con ese texto?
– A pesar de tratarse de tramas por completo diferentes, sí hay algunos puntos de contacto relacionados con Céspedes. El primero, naturalmente es Bayamo y su historia, sin dejar de destacar su famosa quema en enero de 1869. El resto son detalles en los que se hace mención a la tragedia de San Lorenzo y su busto en la Plaza de la Revolución.
La estructura de El camino de la desobediencia es por completo distinta. Se trata de una novela polifónica o coral, por la diversidad de voces y puntos de vista que conviven en sus páginas. La intención consiste en lograr una visión plural de los hechos, pues toda historia contada desde un solo punto de vista, es casi siempre amañada y por ende maniquea.
– ¿En cuánto demoraste en concluir el proyecto?
Una tarde de julio de 2011, me planteé si era viable o no escribir una novela sobre Céspedes. Las primeras doscientas páginas de la novela fueron escritas en la casa en que vino al mundo. Consciente de esa magia, la exprimí hasta donde pude y la novela creció hasta parecerse mucho a lo que es hoy.
“Luego vino el Premio Alba Narrativa por mi obra anterior. Viví con intensidad todas las buenas consecuencias, fue entonces cuando decidí probar suerte fuera de Cuba y vine a Ecuador.
“Mantuve el proyecto detenido durante más de un año, pero seguí releyendo mis notas y corrigiendo el manuscrito. En la primavera de 2015 terminé de redactar las casi 150 páginas restantes. Luego pasé un año más retocando el libro, hasta que lo propuse a Verbum por sugerencia de Rafael Acosta de Arriba, uno de mis más influyentes mentores en este largo camino. Felizmente, el original fue aceptado con entusiasmo por el consejo de lectores expertos y gracias a esta casa de las letras cubanas en España, El camino de la desobediencia es hoy un hecho. Un árbol que no sé si dará buena sombra o frutos, pero que me atreví a soñar desde la condición remota de la semilla”.