
Lejos, muy lejos, de la anhelada clasificación quedaron los Potros de Granma en la VII Serie nacional de béisbol Sub 23, cuyo play off por la corona ya protagonizan los conjuntos de Villa Clara y Santiago de Cuba.
El décimo tercer lugar que le deparó la justa, nada -absolutamente nada- tiene que ver con lo conseguido por selecciones granmenses de cualquier categoría, en los últimos años.
A propósito de la actuación, la más discreta de un elenco de la provincia en la aun corta historia de los torneos Sub 23, La Demajagua comparte algunas consideraciones de su director, Víctor Pérez Ramírez.
-¿Cuántas semanas se concibieron dentro de la preparación?
-Fueron ocho con vistas a un torneo de 35 juegos, pero al conocerse la variación de la fecha y la disminución de la cantidad de encuentros, se sumaron dos más, en las cuales se llevó a cabo un modelaje competitivo, con el objetivo de que los atletas iniciaran la competencia en la mejor forma deportiva posible.
Agrega el técnico que, para un certamen más extenso, se debía obtener el máximo estado de forma, después de algunos juegos. Aun así, en la preparación se trabajó de manera intencionada en los aspectos tácticos, “durante las observaciones y evaluaciones, resaltaba como uno de los elementos con mayores deficiencias en los atletas”, puntualiza.
-¿A su juicio, cuáles fueron los factores que incidieron en la pobre demostración de sus alumnos?
-El factor fundamental fue que el grupo de atletas arribó a la preparación con niveles de entrenamiento muy heterogéneos, complejizando la obtención de la forma deportiva en el momento preciso y de forma simultánea. Esta situación estuvo dada porque el grupo estaba conformado por dos fracciones: una con los que procedían de la academia provincial, que comenzó en noviembre y con peculiaridades diferentes a la que inició su preparación para la 61 serie nacional y que se mantuvo todo el tiempo con el equipo Granma; pero, además, dentro de estos atletas también había diferencias entre los que tuvieron participación y los que prácticamente no lo hicieron. Por lo que fue verdaderamente complicado alcanzar la forma deportiva.
Pérez Ramírez añade que también influyó el poco tiempo que estuvo concentrado todo el grupo (solo tres semanas), decisivo para alcanzar el tan necesario team work.
“Por supuesto, que en las condiciones actuales se deben superar algunos problemas con los aseguramientos, aunque existió, en todo momento, la voluntad por parte de la Dirección provincial de deportes y la comisión de béisbol para solucionarlos”.
-¿Siente frustración, al quedar lejos del propósito inicial de ganar el boleto de la llave D?
-Nosotros afrontamos la tarea asignada con la mayor seriedad y responsabilidad posibles, nos trazamos objetivos alcanzables. Desgraciadamente, no los pudimos lograr y, además, quedamos distantes de los mismos. Por supuesto que estamos insatisfechos e inconformes con el resultado.
“En el deporte se gana y se pierde; creo que nosotros, los entrenadores, debemos afrontar esta realidad con la mayor profesionalidad posible. Ahora se impone un análisis crítico y autocrítico, diseñar nuevas estrategias que permitan la obtención de mejores resultados.
-¿Hay talento en la provincia para garantizar la tradición ganadora de los Alazanes en los últimos años?
-Sí, aunque el resultado no haya sido satisfactorio, tampoco se cumplieron metas colectivas e individuales. Incluso, a pesar de la corta duración, el campeonato favoreció el desarrollo de estos jugadores, que enfrentaron situaciones competitivas bajo mucho estrés y presión, lo que indudablemente contribuyó a su formación.