En el entorno rural de la comunidad serrana de Vegas de Jibacoa, donde el río se entrelaza con el camino en su andar, a unos 20 kilómetros del poblado cabecera del municipio de Bartolomé Masó, nació hace 14 años Yesica Mariño Silva, una niña que ha demostrado que la discapacidad no define los sueños de una persona.
Llegó al mundo con un diagnóstico de Síndrome de Down, malformación congénita causada por una alteración del cromosoma 21 que se acompaña de retraso mental moderado o grave.
Conscientes de ello, sus padres, Roberto y Odalmis, junto a su hermano Yonathán, hicieron todo lo posible por crear un ambiente sano y acogedor que propiciara el desarrollo integral de la pequeña; amor incondicional y apoyo nunca le faltaron, los que han sido determinantes para poder enfrentar los desafíos presentes en su día a día.
El seguimiento institucional brindado le permitió matricular en la escuela especial Mártires de Pino III, ubicada en la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos (CECC), donde comenzó a desarrollar no solo habilidades motoras y lingüísticas, sino también importantes relaciones sociales.
Su carácter fuerte y dominante, especialmente cuando no se sentía complacida, fue parte de un proceso de adaptación complejo, dice la madre, feliz por los avances logrados en todos estos años.
“Con el tiempo, aprendió a ser más dócil y abierta al diálogo, lo que le permitió interactuar mejor con sus compañeros y educadores, incluso con los demás miembros de la familia”.
En busca de un vínculo más estrecho entre Yesica y su entorno estudiantil, en 2022, sus padres deciden trasladarse hasta la comunidad de la Unidad #3, en la propia CECC, lo que, por supuesto, contribuyó a una mayor socialización de la menor, entonces en un entorno más rico y diverso.
Poco tiempo después, recuerda Odalmis, conocemos de las audiciones del proyecto sociocultural Por una sonrisa, popularmente conocido como La Colmenita, una iniciativa artística que fomenta la inclusión y la creatividad en niños y niñas de diversas edades.
Ante la insistencia de amigos, familiares y vecinos deciden presentarla al concurso de talento y enseguida fue captada por el director general del proyecto, Norge Olivera, y su equipo de instructores de arte.
“Vimos en ella no solo potencial artístico, sino carisma y muchas cualidades humanas, es una chica muy amorosa, si se trata con cariño y respeto puedes lograr de ella lo que quieras”.
La instructora de danza, Yanet Enamorado, jugó un papel crucial en el desarrollo artístico de Yesica.
“Con dedicación y esfuerzo se sumergió en el mundo de la danza y se convirtió en una figura central dentro de La Colmenita. Su empeño y pasión por el arte hicieron que cada presentación se convirtiera en un espectáculo donde ella brillaba con luz propia”.
Carisma y talento no solo le han valido a Yesica para ganarse el aplauso y reconocimiento del público, también la han convertido en un ejemplo de superación personal y en una fuente de inspiración para muchos.
Como la gran artista que ya es, camina por su comunidad saludando a todos a su paso. Todos la reconocen con cariño, admirando no solo su éxito como integrante de La Colmenita, sino también su capacidad para moldear su carácter y buscar la aceptación de los demás.
Es así como demuestra que todos los sueños son alcanzables y que cada niño, sin importar sus desafíos, tiene el potencial de encantar y dejar una huella en el mundo.