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Cuando los Hermanos de la Venerable Orden Tercera se hicieron cargo del muerto ilustre, lo llevaron a enterrar al convento de las Trinitarias. No pusieron nombre ni lápida, tal vez por humildad, seguramente porque ya no le hacía falta.
Cuando los Hermanos de la Venerable Orden Tercera se hicieron cargo del muerto ilustre, lo llevaron a enterrar al convento de las Trinitarias. No pusieron nombre ni lápida, tal vez por humildad, seguramente porque ya no le hacía falta.