Un día como el de hoy, 13 de septiembre, pero de 1890, se creó en La Habana el Teatro Alhambra, instalación en la que se gestó y perduró durante 35 años el género alhambresco, reflejo de los tipos y costumbres de la sociedad cubana de entonces.
En el teatro Alhambra se realizó la temporada más larga de la escena cubana, la que se llevó a cabo a partir del 10 de noviembre de 1900, cuando fue alquilado dicho teatro por el libretista Federico Villoch, el escenógrafo Miguel Arias y el actor José López Falco, y concluyó el 18 de febrero de 1935, cuando se derrumbó el techo del pórtico y parte de la platea del teatro.
Más de dos mil obras se presentaron en el Alhambra, teatro que estuvo destinado para hombres solamente. En las obras que se pusieron en escena se evidenciaron los manejos de los gobernantes, el acontecer mundial e igualmente se representaron parodias de conocidas piezas teatrales.
Por su parte un exigente como Alejo Carpentier precisó:
“Tenemos en La Habana un teatro que me cuidaré de considerar despectivamente: Alhambra. Con todos sus defectos y vulgaridades -verdaderas o supuestas- que se quiera atribuirle, este teatro constituye un admirable refugio del criollismo (…) Es uno de los pocos lugares habaneros en que se podía oír todavía, antes de mi partida a Europa, danzones ejecutados, según las mejores tradiciones (al comenzar la primera tanda, generalmente), es uno de los pocos sitios en que se mueven sabrosos personajes-símbolos de la vida criolla…”.
El teatro de los hombres solos, como le llamaban al Teatro Alhambra, fue además la sede del Teatro Musical de La Habana a partir de 1900, y pese a las críticas negativas es un hecho su huella en la cultura cubana, en filmes como La Bella del Alhambra de Enrique Pineda Barnet, o por ser la cuna de obras como La Isla de las cotorras, o La danza de los millones.
El paraíso del musical habanero, el sueño del herrero catalán, cerró forzosamente sus puertas un día 18 de febrero de 1935, por causas de fuerza mayor, pues justo al salir Enrique Arredondo del lobby el techo se vino abajo. No volvería a abrir como Teatro Alhambra, aunque si como cine teatro, pues ahí radico después el Alkázar.